Melissa Araki: otra peruana en busca del éxito. DE OKINAWA CON “ESPERANZA”

POR: EDUARDO AZATO / Ed.210 OCTUBRE-NOVIEMBRE 2020

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Okinawa es el más “latino” de los lugares del Japón porque desde allí muchos artistas sudamericanos prueban suerte para aprovechar la gran oportunidad de ingresar al mercado musical japonés. Melissa Araki, con su disco debut, “Esperanza”, es la última de este grupo y conversamos con ella.

Es la segunda vez que la entrevistamos. Hace tres años ganó una audición en Perú que la trajo aquí para participar en el espectáculo “Okinawa Latina”. Por aquellos días, ya tenía una carrera en la que alternaba su labor como profesora de música con actividades artísticas como solista o integrando el dúo “Meli & Marco Jam Session Show”, proyecto con el que ganó aquella audición y que les permitió también grabar un disco. Desde hace dos años, decidió “cerrar” todo en Lima y comenzar nuevamente, ahora desde la isla de Okinawa. Y sigue, como decimos los latinos en Japón, “gambateando”.

¿Por qué dejar un trabajo musical ya encaminado, estabilizado en lo profesional, con una serie de contactos en el medio artístico y reconocimiento, para cambiarlo por lo incierto de iniciarte en un medio extraño, empezando por el idioma?
Representa, ante todo, un reto, esto de hacer carrera en el Japón. Pero, más que Tokio, siempre me atrajo Okinawa por un tema de cercanía con mis raíces familiares. Si bien es cierto, mis abuelos por el lado paterno son de Kumamoto, siempre tuve más relación con el lado de los abuelos maternos, cuyos orígenes son okinawenses. Entonces, hay un aspecto cultural, pero además me gusta mucho vivir aquí, me siento muy cómoda. Por otro lado, el tema de la música como actividad artística y profesional, no tiene mucho apoyo aún en el Perú. La gente no suele pagar para asistir al teatro, a conciertos; cuando hay que pagar para ver algo, lo piensan mucho. Todo lo contrario de aquí, donde se valora mucho el trabajo de prepararte, de componer, de bailar. Separan unas horas al mes para ver arte, para instruirse y apoyarlo. Lo he constatado luego de conversar con mis alumnos en las clases de música que he venido impartiendo o con las personas que han venido a mis shows. Se valora al artista.

¿Qué has venido haciendo en estos dos años en Japón?
Un montón de cosas, y he tenido experiencias de todo tipo. Cuando me vine hace dos años a Okinawa no tenía muy en claro lo que quería hacer. En Perú estaba bien, tenía trabajo, estaba con la familia, hacía presentaciones, me desarrollaba en una “zona de confort”. Pero ocurre que esos momentos de mucha paz a mi no me tienen muy contenta y vi que quería nuevos desafíos, aprender más. Cuando vine la primera vez por lo de “Okinawa Latina” por un mes, les dije a los organizadores del espectáculo que tenía interés en regresar a vivir aquí y aprender. No me importaba ir a trabajar en el campo, quería aprender de todo y chequear también la parte artística. A través de Beto Shiroma (conocido artista peruano que es toda una estrella en Okinawa, vocalista del grupo Diamantes), me presentaron a la productora, que me invitó a venir al año siguiente (2018) y ver qué se podía hacer con mi proyecto. Paralelamente, antes de retornar a Lima, ya me había conseguido un empleo en un café, donde por horas hacía música en vivo, me ponía a atender y hasta a cocinar algo de comida peruana, porque si no me hubiera dedicado a la música, creo que hubiera sido cocinera. Me encanta hacerlo.

Compartiendo escenario con Beto Shiroma, quien siempre la apoya en la carrera que está emprendiendo.
Compartiendo escenario con Beto Shiroma, quien siempre la apoya en la carrera que está emprendiendo.

¿Cómo fue esa primera experiencia en el medio artístico japonés?
Hubo de todo, pero lo considero sobre todo una gran experiencia. Lamentablemente, mis ideas con las de la productora no llegaron a ser las mismas. Llegué a componer hasta tres canciones por mes, algo muy agotador, pero igual debía mostrar que podía cumplir, que estaba a la altura y que quería hacerlo bien. Mientras que yo esperaba componer lo que sentía, lo que inspiren mis tristezas y alegrías, los requerimientos de la empresa eran diferentes. Que no se trataba solo de “kimochi”, de lo que pienses o sientas, sino de vender. “Si no vendes, no ganas”. Y allí empezó el aprendizaje. Comencé a hacer canciones en todos los géneros e idiomas, desde pop latino a baladas de amor, de J-Pop a reggae. Me decían que el lenguaje que usaba en las letras era muy directo y que los japoneses no estaban acostumbrados a ello, que tenía que dejar de lado muchas costumbres que trajimos de allá porque estaba ahora en el Japón, que había que meterse en la cabeza de los japoneses para saber cómo piensan, etc. Fuera de ello, había cuestiones como la apariencia en el vestuario o el maquillaje, advertencias de que no tenga amigos hombres o novio; cosas que te hacen pensar que eres un producto. Fue duro y estresante. Me decía a mí misma que así debe funcionar aquí eso de ser artista y que debía tener paciencia, que por eso estaba aquí. Para quien en Perú hacía las cosas con libertad, con muchas decisiones propias sobre su carrera, como yo, fue bastante chocante. Al final, decidí que debía salir y buscar nuevos caminos. Como digo, el proceso sí fue chocante en su momento, pero lo superamos y lo tomamos como un gran aprendizaje. Me dije “así era, éste rigor, éstas cosas, existían en el manejo de artistas”, pero todo lo tomo como una buena experiencia.

concierto IMG_2544Háblame entonces de esta nueva etapa y de “Esperanza”, tu disco de debut.
Bueno, ahora estoy trabajando con nuevo productor y por fin salió lo del disco. Hay cosas en el manejo artístico que son muy parecidas a la de la anterior etapa, pero veo que tengo más libertad. En cierta forma, el artista es un producto y tiene que prepararse para ello. Te indican la manera cómo tocar la guitarra, cómo pararte en el escenario; nada es por acaso, todo eso hay que estudiarlo. Me presento ahora como “Melissa”, simplemente, y me acompaña Daryl, que es mi soporte en la parte musical. Suele actuar con una máscara de león, lo que ha llamado la atención. “Esperanza” es un maxi-single que lanzamos en abril y que contiene tres temas. El “track” principal es el que da nombre al disco y que fue creado como una canción muy apropiada para usarse en actividades deportivas, habla de superación, de infundir valor. Lo tenía desde cuando llegué y está en español, aunque hay un estribillo muy pegajoso en el coro que puede ser cantado por todos. El segundo tema es “Happy Smile”, un reggae que compuse especialmente para bodas, un tema de amor que canto en inglés y japonés. Está también “Legacy” que es una canción muy nuestra, ya que habla de nuestros abuelos, los que migraron para buscar mejores horizontes en otros lados.

¿Hay planes de grabar un álbum completo en breve?
Esperamos que así sea y en eso estamos. De momento, tenemos cinco temas que estamos chequeando en arreglos y hasta fin de año deben incluirse algunos más. Aunque he aprendido mucho nihongo, aún necesito de ayuda para componer en japonés. En algún momento estaré en condiciones de traducir al japonés todos los temas que grabamos en español e inglés. También vemos la posibilidad de grabar versiones de canciones populares en Japón como “Warabigami”, un “clásico” okinawense de Koja Misako, o “Ito” de Nakajima Miyuki. Estoy aprendiendo también a tocar sanshin (la guitarra de tres cuerdas de Okinawa) porque quiero tocar algunos temas en las presentaciones con ese instrumento. Aquí se alegran mucho si te ven tocar las canciones con su instrumento tradicional.

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¿Cómo afecta toda esta situación de la pandemia, que coincidió con los trabajos de promoción del disco?
Muchísimo. Justo se comenzó a vender el disco el 22 de abril y teníamos planeados varios conciertos y presentaciones por todas las islas de Okinawa para promocionarlo a través de eventos y hasta los “matsuri”. Lo que estamos haciendo es continuar con la promoción a través de internet y por emisoras de radio, o pequeñas presentaciones en tiendas de discos, todas guardando las medidas de seguridad vigentes. Qué se le va a hacer, igual seguimos adelante y trabajando ya en otras canciones para lanzarlas cuando las cosas mejoren. De otro lado, esto de no poder reunirnos, lógicamente, también ha tenido repercusiones en las clases que venía dando (cajón, piano, ukulele, etc.). He tenido que ver la forma de poder continuar con clases con algunos adultos en la playa u otros lugares abiertos.
En estos días de pandemia, Melissa ha sido invitada a tomar parte, vía internet, en eventos realizados en Lima, Brasil y Colombia.
En estos días de pandemia, Melissa ha sido invitada a tomar parte, vía internet, en eventos realizados en Lima, Brasil y Colombia.
Melissa también se desempeña como profesora de música en instrumentos como el cajón, piano, guitarra y ukulele.
Melissa también se desempeña como profesora de música en instrumentos como el cajón, piano, guitarra y ukulele.

Tienes a dos “sempai” que ya tienen carreras artísticas establecidas y reconocidas en Okinawa, Beto Shiroma y Lucy Nagamine ¿tienes contacto con ellos?
Sí, siempre están pendientes de una y ayudando con sus consejos. Me dicen, “Meli, no te rindas hasta que la agarres”. Los considero mis “padres” musicales.

Melissa en el programa de radio de Lucy Nagamine, promocionando "Esperanza".
Melissa en el programa de radio de Lucy Nagamine, promocionando «Esperanza».

Conociste el Japón, muy jovencita, a través de sus fábricas. ¿Qué recuerdos de aquellos días como “dekasegi” en Gunma?
Fue una magnífica experiencia y a la edad propicia. Tenía 20 años, viendo qué hacer, porque estudiaba música e idiomas en Lima. Fue allí que decidí venirme al Japón por tres meses que acabaron siendo dos años y medio. Quería saber cómo era eso de irse como “dekasegi”, como muchos familiares y amigos, para ahorrar. Me llamó la atención al comienzo eso de hacer la misma cosa durante tantas horas y tantos días, y hasta ya me estaba acostumbrando a la forma de vida, a la rutina. Ganaba dinero, ahorraba, me compraba lo que quería. Mis papás, con los que vivía en Gunma, siempre me decían que regrese a Lima, que no me acostumbre. Hasta que conversé con un señor de edad que hacía el mismo trabajo que yo, manipulando desarmadores en la línea para montar máquinas de pachinko. El ojiichan me contó que llegó a la fábrica a mi edad, que ganaba dinero, pero que nunca estudió ni se casó, que vivió para el trabajo. El tema fue que me hizo reflexionar, porque yo estaba muy tranquila con esta rutina, sin problemas. Así que al día siguiente hablé con mi papá y decidí retornar al Perú a seguir estudiando. Esa conversación fue como despertar;  vi que tenía condiciones de hacer con mi vida algo más. Pero fue una gran experiencia, inclusive pude hacer algo de música en los ratos libres con otros chicos peruanos. Recuerdo mucho entre ellos a “Nash”, Percy Azato y Giancarlo Kiyamu.

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Las solicitudes para el formato físico del disco pueden hacerse a la tienda virtual MUSIC TOWN (¥ 1,100), a este enlace: https://musictown.thebase.in/ 
Para oir las canciones y comprar el disco desde plataformas digitales (Apple Music, Spotify, Line Music, Amazon Music, Google Play Music, Rekochoku, Billboard, Rakuten Music, etc.) pueden ingresar a este link: https://linkco.re/G9RxN7xX
CLASES DE MÚSICA Piano, guitarra, ukelele. 
Informes: class.info001@gmail.com
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