POR: MARIO CASTRO GANOZA / Ed.211 DIC.2020-ENE.FEB.2021
Un tratamiento contra la enfermedad que se encuentra en etapa de prueba, y que suprime casi completamente los efectos colaterales que pueda causar el virus.
Mientras que muchos países del planeta comienzan a soportar la segunda ola de contagios de COVID-19, y el mundo entero se aferra a la esperanza de que la vacuna contra el virus esté disponible antes de que finalice el 2020, diversos grupos de científicos y médicos alrededor del mundo se han dado a la tarea de encontrar un tratamiento efectivo contra la enfermedad, algo que tampoco existe en este momento y que es de vital importancia para evitar la pérdida de mayor cantidad de vidas.
Porque si la vacuna contra el coronavirus es capaz de anular la posibilidad de contagio, el tratamiento contra la enfermedad asegura que aquellas personas que resulten contagiadas, puedan curarse de forma apropiada, rápida y sobre todo, con la menor cantidad de efectos colaterales.
Uno de estos tratamientos, quizás el más esperanzador de todos, es el que se trata de establecer a partir del uso de células madre mesenquimales, una terapia regenerativa cuyo principal objetivo, es eliminar la inflamación pulmonar severa que genera el virus en las personas contagiadas.
En los diferentes ensayos clínicos que se vienen realizando alrededor del mundo, lo que más ha sorprendido a los médicos es la rapidez con la que actúan las células madre mesenquimales en los pacientes que se encuentran en las etapas más avanzadas de la enfermedad, es decir, al borde de la muerte. Se han registrado casos en los que una vez inyectadas en el cuerpo por vía intravenosa, las células madre mesenquimales logran estabilizar a pacientes en estado crítico y eliminar el uso de respiradores automáticos en un lapso de entre ocho a doce horas.
Aunque todavía es muy temprano como para asegurar que este tratamiento tiene una eficacia comprobada en todo tipo de pacientes, principalmente en aquellos más vulnerables por tener enfermedades preexistentes, las células madre mesenquimales parecen ser la única luz confiable al final del túnel que existe en este momento, sobre todo porque este tipo de terapia ya ha demostrado su efectividad en el tratamiento de otras dolencias como la artritis reumatoide.
Solo en la etapa más avanzada
En la actualidad existen dos tipos de tratamientos que se están utilizando contra el Covid-19, el primero es el uso de medicamentos retrovirales que no son específicos para esta enfermedad, y que buscan evitar que el virus se multiplique. Estos medicamentos son efectivos únicamente en las etapas tempranas del coronavirus, no atacan la inflamación que provoca la enfermedad y no son efectivos para todos los pacientes.
La segunda línea es de tratamientos de atenuación como la terapia con células madre mesenquimales. Estos tratamientos buscan aliviar de forma rápida los efectos que genera el virus, y solo son efectivos en las etapas más avanzadas de la enfermedad, ya que las células madre mesenquimales solo se activan cuando detectan inflamación o algún otro daño en el organismo, por ello no son útiles como prevención.
Las células madre mesenquimales son magníficos agentes para suprimir cualquier tipo de inflamación en el organismo, y los estudios clínicos que se están llevando a cabo alrededor del mundo, están diseñados para confirmar la efectividad del tratamiento en los pacientes que se encuentran en la etapa 3 de la enfermedad, que es cuando el virus no solo les ha inflamado los pulmones, sino cuando la inflamación comienza a extenderse y bloquear otros órganos.
Por ello, el objetivo fundamental de estas pruebas clínicas es confirmar que el tratamiento con células madre mesenquimales puede reemplazar la utilización del ventilador mecánico, porque el pulmón está tan inflamado y la presión que se ejerce sobre este órgano para introducir el aire es tan fuerte, que termina dañando el pulmón. Las células madre mesenquimales en cambio, tienen un efecto menos traumático, más bondadoso sobre el organismo, ya que pueden bajar la inflamación bastante rápido y ayudar a que el pulmón se regenere de manera natural.
A nivel mundial, el tiempo de uso promedio que un paciente en la etapa 3 de Covid-19 hace del ventilador, es de cinco días, llegando a permanecer hasta 14 días conectado. Se ha comprobado de manera estadística, que mientras mayor tiempo permanece entubado un paciente, no sólo tiene menos probabilidades de sobrevivir a la inflamación generada por el virus, sino que también aumenta exponencialmente el riesgo de sufrir efectos colaterales por el uso del ventilador.
Actúan a distancia
Las células madre mesenquimales se activan cuando detectan daño en el organismo y actúan de dos formas: por contacto directo con la zona afectada, o liberando exosomas, que son sustancias que controlan la inflamación y que actúan de manera inmediata. Los exosomas son liberados por las células madre mesenquimales en el conducto sanguíneo para que actúen a distancia, allí donde el organismo lo necesite.
Hasta el momento y por los avances realizados en las pruebas clínicas, se ha confirmado que las células madre mesenquimales tienen un efecto bastante rápido contra la enfermedad, ya que su acción antiinflamatoria se comienza a registrar entre ocho y doce horas después de haber sido administradas al paciente, mientras que su capacidad máxima en el fortalecimiento del sistema inmunológico se pone de manifiesto entre cinco a siete días después de iniciado el tratamiento.
Otra gran interrogante que los médicos buscan responder, es si una terapia en base a células madre mesenquimales le puede proporcionar inmunidad al paciente ante futuros nuevos ataques del virus.
En las pruebas clínicas que se está realizando, los pacientes reciben dosis que van de los 100 a los 150 millones de células, las cuales se administran por vía intravenosa directamente a vena cava, porque este proceso asegura que al menos el 90% de la dosis se concentre en desinflamar los pulmones.
El uso de las células madre mesenquimales como una opción de tratamiento para el COVID-19 nace, porque su efectividad ya ha sido demostrada en otras dos terapias antiinflamatorias: aquella que combate la inflamación que causa un infarto cerebral, así como la inflamación que se genera luego de un trasplante de órganos.
Los ensayos clínicos, que siguen rigurosamente las pautas establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para este tipo de pruebas, están utilizando principalmente células madre mesenquimales provenientes del cordón umbilical (también llamadas células troncales), porque en estudios previos que se han realizado, este tipo de células no han generado ninguna reacción adversa, lo cual permite su aplicación a todo tipo de pacientes, incluidos aquellos que sufren otro tipo de enfermedades.