LENGUAJE DE EMERGENCIA

POR: MARIO CASTRO / Ed.212 MARZO-ABRIL 2021
212 12-15

Japón tiene sus propios códigos a la hora de comunicarse en momentos de crisis, tanto a nivel interno con su población, como a nivel externo, con el resto del mundo

Cuando la epidemia del Covid-19 se convirtió en pandemia y uno tras otro, diversos países de los cinco continentes comenzaron a cerrar completamente sus fronteras, instaurar estados de emergencia y rígidas cuarentenas, el mundo observaba con sorpresa como Japón sin necesidad de implantar ninguna de esas medidas, lograba mantener a raya la expansión del virus.

Se pensaba, equivocadamente, que en este archipiélago las cosas eran “normales”, cuando en realidad es que tanto el gobierno como la mayor parte de la ciudadanía se encontraban y se encuentran preocupados y en estado de máxima alerta, ante una enfermedad que no se ha controlado y de la cual falta mucho por saber.

Pero ¿de dónde surge esta percepción mundial de que en Japón “todo marcha sobre ruedas”? Sin duda alguna, de los diferentes códigos de comunicación, costumbres, mentalidad y particularidades de la sociedad japonesa. Dentro de estas particularidades, hay que entender principalmente las que se derivan de los kanji, los ideogramas que este país usa para escribir y comunicarse, un aspecto que abordaremos y explicaremos en la presente nota.

(Foto: Mario Castro)
(Foto: Mario Castro)

Accidente nuclear

La actual crisis del coronavirus no ha sido la primera vez en la que la cultura y sobre todo los kanji, han jugado un papel importante en la comunicación de Tokio con el resto del planeta. El antecedente más cercano se remonta a tan solo diez años atrás, durante la crisis nuclear de Fukushima en el 2011. Comencemos por allí.

El viernes 11 de marzo del 2011 a las 14:46 horas, la región de Tohoku en el noreste de Japón fue azotada por un terremoto de 9,1 grados en la escala de Richter, el cual generó un tsunami que hizo añicos los sistemas de refrigeración de la central nuclear Fukushima Uno, desencadenando la explosión de uno de sus reactores y la crisis nuclear más grande que ha visto el planeta desde lo ocurrido en Chernobyl (actual Ucrania) en 1986.

Además de 18,500 muertos, el triple desastre le dejó muchas enseñanzas a Japón, siendo una de las más importantes la referente a la forma de comunicar noticias, conceptos e informaciones sobre la crisis en diversos idiomas, intentando que lo que se decía en japonés, tuviese el mismo significado y valor en otros idiomas.

Durante la crisis nuclear de Fukushima, diversos sectores de la comunidad internacional acusaron a Japón de ocultar información sobre la gravedad del problema. Quizás eso haya sido parcialmente cierto y con la finalidad de no desatar el pánico en la población, pero fue evidente a lo largo de toda la crisis, que las autoridades niponas hicieron su mejor esfuerzo para resolver los problemas de comunicación y explicar de forma clara y sencilla, conceptos tan abstractos como los relativos a la radiación nuclear, que son difíciles de medir y de entender incluso en el propio idioma japonés.

El iluminado cruce de Shibuya se apagó en marzo del 2011, a causa de las restricciones de energía eléctrica (Foto: Mario Castro)
El iluminado cruce de Shibuya se apagó en marzo del 2011, a causa de las restricciones de energía eléctrica (Foto: Mario Castro)

A pesar de que el mundo ya había pasado por un desastre nuclear como el de Chernobyl 25 años antes, era poco lo que se sabía del mismo debido a que la Unión Soviética ocultó primero y silenció después, cualquier tipo de información oficial sobre el hecho.

En otras palabras, el mundo no tenía experiencia a la hora de tratar desastres como estos, y fue con lo sucedido en Fukushima que la humanidad entera comenzó a familiarizarse, principalmente a través de los medios de comunicación, con palabras relativas a la radiación, con las formas de medirla pero sobre todo, con las formas de protegerse de una amenaza que para colmo, era invisible.

Todavía permanece fresca en la memoria de quienes la vivieron, la alerta que el día 14 de marzo lanzó el gobierno japonés a sus ciudadanos poco después de la explosión del reactor nuclear: encerrarse en casa, cerrar las ventanas y quitar la ropa de los tendederos porque una enorme nube radioactiva emanada del reactor, estaba recorriendo Japón rumbo a Tokio.

A partir de entonces, los japoneses no sólo compraron miles de dosímetros (instrumento para medir el nivel de radiación en aire, terreno, objetos y alimentos), sino que aprendieron a utilizar palabras como sievert, una de las unidades de medida de la contaminación radioactiva.

Abecedario latino y kanji

Para entender el manejo que Japón ha hecho de la actual crisis y las dificultades que existen a la hora de trasladar una información o noticia del japonés a cualquier otro idioma occidental, debemos entender primero dos cosas fundamentales.

Primero: El idioma es producto de una cultura, y refleja todo lo que sucede en una sociedad y en la realidad que la rodea. Por ejemplo y para explicarlo de forma sencilla, si en un país cae agua del cielo, sus habitantes le llamarán lluvia a este fenómeno. Pero en un país donde no llueve, sus habitantes no tendrán ninguna palabra para describir el fenómeno, simplemente porque no existe.

Esto determina que muchas veces, una palabra o concepto no pueda ser traducido literalmente de un idioma a otro, sino que tendrá que ser interpretado. Para continuar con el ejemplo anterior, en los países donde la palabra “lluvia” no se pueda traducir, se tendrá que “interpretar” explicando que es el proceso mediante el cual “cae agua de las nubes”.

Pasando a un ejemplo real, en japonés la palabra kawaii es bastante común. Pero kawaii describe un concepto que solo existe en Japón, motivo por el cual no tiene una traducción literal en los países de habla castellana, donde se interpreta como una mezcla de tierno y bonito.

Segundo: Para entender el manejo que Japón hace de las emergencias, se debe comprender la diferencia que existe entre el alfabeto romano y los kanji. Una letra por sí misma no tiene ningún valor o significado. Para obtener un concepto en el alfabeto romano, primero debemos juntar una letra con otra y formar una sílaba; luego juntar una sílaba con otra para obtener una palabra y solo entonces, obtendremos un significado:
Captura de pantalla 2021-02-08 a las 14.29.09En el idioma japonés es completamente diferente, porque cada kanji en sí mismo representa directamente una idea, un concepto. Esto determina que con solo ver un kanji o los kanji con los que se escribe una palabra, un japonés entiende no sólo el significado sino principalmente el valor y la intención de lo que se quiere transmitir.
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Esta riqueza de contenido de los kanji, determina que al traducirlos a otro idioma, muchas veces se “aplane” o simplifique su significado. Por ejemplo, cuando un japonés habla o escribe sobre sí mismo, puede utilizar estas dos formas:
Captura de pantalla 2021-02-08 a las 14.29.30En castellano, ambos pronombres serán traducidos simplemente como “yo”, cuando en realidad, boku lo usará alguien que se refiere a sí mismo como una persona joven, por ejemplo, un escolar hablando con sus amigos; mientras que ore lo usará una persona que tiene más edad o rango que sus interlocutores, por ejemplo, una persona mayor que habla con otras más jóvenes.

La misma riqueza de contenido se hace evidente en el kanji cuando se quiere contar valores numéricos. En castellano da lo mismo que cuentes platos, manzanas o computadoras siempre se utilizará el uno, dos, tres, cuatro, etc.

Pero en japonés, si se cuentan cosas pequeñas como manzanas se utilizará el sufijo ko ; si se cuentan platos será el sufijo mai ; y si se cuentan computadoras se deberá usar el dai . De esta forma y al ver escrito sanko  un japonés no solo sabrá que son tres cosas, sino que son tres cosas pequeñas.
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Obviamente, estos ejemplos solo pretenden explicar de forma básica y general las particularidades y diferencias entre el japonés y otros idiomas occidentales, porque siempre hay excepciones y reglas más detalladas.

Resumiendo: se puede decir entonces, que entre una palabra escrita en castellano y una en kanji, esta última tendrá una mayor carga informativa, un mayor contenido del mensaje.

La actual pandemia ha vuelto a poner sobre la mesa la forma en la que las autoridades japonesas, se comunican y le dan indicaciones a su ciudadanía (Foto: Mario Castro)
La actual pandemia ha vuelto a poner sobre la mesa la forma en la que las autoridades japonesas, se comunican y le dan indicaciones a su ciudadanía (Foto: Mario Castro)

Pedidos y exigencias en tiempos de pandemia

Explicadas las diferencias que existen entre el castellano y el japonés, es hora de señalar que tanto las acciones como el lenguaje utilizado por las autoridades japonesas desde el inicio de la pandemia, han sido actitudes y lenguaje para tiempos de crisis.

En otras palabras, mientras el mundo interpretaba que Japón solo le pedía o le solicitaba a su población que por favor cumpla con el distanciamiento social, lo cierto es que en realidad se lo estaba exigiendo. Y estos son códigos culturales, sociales y de comunicación que solo podría entender alguien que comprenda el funcionamiento de la sociedad japonesa.

En Japón, no es común que las autoridades aparezcan en televisión nacional para pedirle a la ciudadanía que haga tal o cual cosa, y si lo hacen, todo el mundo entiende que algo grave sucede. Normalmente y en lugar de decirle lo que tiene que hacer, la sociedad nipona invoca al autocontrol del individuo, a quien desde la escuela se le enseña lo que se espera de él como ciudadano: honestidad, cortesía, solidaridad, colaboración.

Ante una situación de emergencia surge lo que se llaman “compras de pánico” por parte de un sector de la población, que teme el desabastecimiento de ciertos productos (Foto: Mario Castro).
Ante una situación de emergencia surge lo que se llaman “compras de pánico” por parte de un sector de la población, que teme el desabastecimiento de ciertos productos (Foto: Mario Castro).

En un país donde el personalismo e individualismo son mal vistos, y donde la política carece de caudillos, una autoridad aparecerá en televisión para decirle al ciudadano lo que debe de hacer sólo cuando sea estrictamente necesario, porque además y por el pasado militarista que tuvo el país hasta la Segunda Guerra Mundial, autoridades y políticos se cuidan mucho de dar la imagen de querer imponerle algo al ciudadano.

Por ello, y si bien es cierto que desde un inicio Japón le pidió al ciudadano que por favor (onegai) respetase las indicaciones para evitar el contagio, luego cambió esa palabra por la de yousei.

En castellano, el significado de onegai  y youseise aplana o simplifica traduciéndolas simplemente pedido, solicitud. Pero por los kanji con que se escriben, mientras que onegai es efectivamente un pedido de colaboración, yousei significa la exigencia de hacer algo en base a las circunstancias. Incumplir una solicitud directa de este tipo no entraña ninguna sanción legal, pero sí conlleva una sanción moral y cívica que se encargará de imponerle al individuo la sociedad, la comunidad o el vecindario.

El estado de emergencia en Japón no obliga a los japoneses a quedarse en casa, pero la mayoría lo hace por el alto sentido cívico de la población (Foto: Mario Castro)
El estado de emergencia en Japón no obliga a los japoneses a quedarse en casa, pero la mayoría lo hace por el alto sentido cívico de la población (Foto: Mario Castro)

Para un ciudadano occidental esta sanción moral no significará mucho, es más, quizás no la entienda o ni se percate de ella, porque ha sido criado en una sociedad individualista y está acostumbrado a que sus autoridades, no le pidan sino le impongan determinadas conductas a través de medidas de fuerza como cuarentenas, toques de queda, multas, escuadrones de choque y bombas lacrimógenas.

Pero para un japonés, la sanción moral del vecindario tiene un peso enorme, porque él mismo se considera parte de ese vecindario, y porque ha sido criado en una sociedad colectivista donde es casi un delito o un pecado incomodar al prójimo. Y es justamente en el peso de estas particularidades sociales, donde radica el peso del lenguaje y las acciones del gobierno japonés en estos tiempos de crisis.

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