POR: EDUARDO AZATO / Ed.210 OCTUBRE-NOVIEMBRE 2020
Un virus paralizó y cambió al mundo obligando a aplazar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio 2020. En una carrera contra el tiempo, hay más dudas que certezas sobre su realización el año que viene.
“UNOS JUEGOS DIFERENTES”. La declaración la hizo a comienzos de agosto el jefe ejecutivo del comité organizador de Tokio 2020, Toshiro Muto: “Serán unos Juegos Olímpicos y Paralímpicos diferentes, porque el mundo ha cambiado. Estamos estudiando la forma de simplificar todo el esquema organizativo y de ejecución hasta en unos 200 ítems. A final de año lo tendremos más claro”. Otros cambios señalados en una hoja de ruta que consta de seis fases, serían la reducción de invitados de las federaciones y del Comité Olímpico Internacional. Si bien la reprogramación –decisión tomada el 30 de marzo- fue lógica por la rápida expansión del virus en el mundo, el trabajo organizativo no se ha detenido y se ha continuado avanzando en varios detalles como la confirmación de las fechas y locales de competencia, la ocupación de la Villa Olímpica y el uso de edificaciones como los centros de prensa y televisión, avances en la conversación con nuevos patrocinadores, etc.
RATIFICACIÓN DE ATLETAS CLASIFICADOS. Tokio 2020, a realizarse del 23 de julio al 8 de agosto (Juegos Olimpicos) y entre el 24 de agosto al 5 de setiembre del 2021 (Paralimpíadas), ratificó también como participantes a aquellos atletas que ya habían conseguido su clasificación a la justa de acuerdo a sus resultados en las competencias internacionales. En total deben tomar parte 11 mil atletas y unos 5 mil paratletas. Hasta la postergación se habían copado 57% de las plazas totales y las competencias de clasificación ya se habían cerrado en las disciplinas de ciclismo (pista y carretera), hockey sobre césped, sóftbol y equitación. En juego hay aún alrededor de 5 mil plazas. Hay además cambios en las fechas de las nuevas pruebas de clasificación, de acuerdo a las federaciones internacionales respectivas; en muchos deportes como el atletismo, harterofilia, judo y baloncesto, el sistema de clasificación será objeto de ajustes. En fútbol, por ejemplo, el torneo será para jugadores sub-24 en lugar de sub-23, como tradicionalmente venía siendo.
¿HABRÁ PÚBLICO EN LOS ESTADIOS? Es algo que no se descarta, aunque definitivamente las competencias no se harán con público abarrotando todos los espacios en las graderías. En Japón se reiniciaron los torneos profesionales de fútbol y béisbol, con un aforo reducido en los estadios y la presencia de algunos miles de aficionados que paulatinamente deben ir amuentando, siguiendo normas establecidas para protección contra infecciones, y la organización olímpica viene siguiendo muy de cerca la experiencia. Lo mismo ocurre en otras partes del mundo, y a partir de este otoño deben reanudarse también eventos de nivel mundial en el extranjero. Lo ideal es que las competencias transcurran a vista de una asistencia que presencie las pruebas en los estadios, aunque el público no sea numeroso. El presidente del COI, Tomás Bach, ha manifestado su opinión de no concebir unos Juegos Olímpicos sin público.
COSTES DE LA POSTERGACIÓN. Es otro de los temas espinosos tras el aplazamiento de los Juegos. Según Kyodo, Se estima que para los sobrecostes motivados por la postergación, el comité reservó un monto que irán a cubrir cancelaciones, variaciones o ampliaciones en la contratación de sedes. De acuerdo a Kyodo, el coste total de los Juegos ascendería a 12,6 mil millones de dólares (1,35 billones de yenes), -aunque para otras publicaciones como los diarios Nikkei y Asahi, la cifra rondaría los 28 billones de dólares-; y las pérdidas económicas, aún difíciles de evaluar, estarían entre 2 y 6 mil millones de dólares. Existen hasta cuatro categorías de patrocinadores, con contratos diferentes para cada una; mientras que los patrocinadores mundiales tienen contratos con el COI, los patrocinadores denominados “Golden Partners” limitan su patrocinio al evento tokiota. Tokio 2020 son los Juegos con mayor cantidad de patrocinadores locales en la historia. El pago por derechos de transmisión televisiva es la parte más robusta del presupuesto de la entidad internacional para el evento y 90 canales ya habían comprometido aportes que llegan al 75% del presupuesto, y que ahora deberán negociar con el COI. Habría que considerar también los 5 millones de ingresos vendidos para las competencias, que deberán reembolsarse, y hasta la entrega de los 5,600 departamentos que conforman la Villa Olímpica ubicada en el barrio de Harumi, que en setiembre debieron pasar a manos de sus compradores, también se ha reprogramado para el año que viene.
OLIMPIADAS DE LA RESILIENCIA. Japón sigue creyendo en poder hacer Tokio 2020, aunque aquí también la pandemia haya golpeado inevitablemente el optimismo. Según una consulta organizada por Kyodo News a un año de la nueva fecha del certamen, se determinó que un 24% de los encuestados sí querían que se organicen, y otro 34% pensó que debían ser cancelados, y otro 34% pensaba que debería posponerse un año más. El pasado 23 de julio, cuando debían inaugurarse los Juegos, según la programación “pre-pandemia”, el comité organizador japonés lanzó en sus plataformas sociales un vídeo conmemorando la fecha con un poderoso mensaje de optimismo de parte de una de sus mayores estrellas deportivas, la joven nadadora Ikee Rikako, que en el 2019 fue diagnosticada con leucemia. Tras meses de internamiento y terapia, la atleta retornó recientemente a entrenarse con miras a estar en las piletas para la cita olímpica postergada al 2021. Toda una declaración de intenciones que transmitió valor y esperanza no solo a los japoneses, sino a todo el mundo. Aún es imposible saber si la fiesta del deporte podrá tener nuevamente a Tokio como sede; ello depende de muchas cosas (descubrimiento de la vacuna, control de las infecciones en Japón y el extranjero, que los viajes aéreos puedan reanudarse masivamente, etc.). Pero, de conseguirse el milagro de hacerse, sin duda serán los Juegos de la Resiliencia, como bien lo dijeron los propios organizadores: la luz al final del oscuro túnel, la calma luego de tanto sufrimiento en el mundo.