POR: MARIO KIYOHARA / Ed.213 MAYO-JUNIO 2021
“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia.”
Una palabra muy escuchada a raíz de la pandemia por el covid 19 es “resiliencia”, palabra que viene del latín “resilio” (rebote) y muy de moda en medios y motivadores al referirse a quien sale adelante a pesar de la adversidad.
Pero, ¿qué es en realidad un resiliente? ¿Hay diferencia con un superviviente?
Aunque a simple vista pareciera lo mismo, hay mucha diferencia. Si bien la realidad es la misma (como el virus que ataca a todos), el cómo lo enfrenta y por ello sale adelante es lo que lo define.
Un resiliente no nace, se hace.
Y son las circunstancias adversas lo que en realidad hacen que emerja un ser que básicamente tenga la FORTALEZA MENTAL para aceptar lo que sucede y vendrá. El resiliente vive la REALIDAD y no se aferra al pasado, a un sueño o una ilusión; y con un OBJETIVO claro se ADAPTA a cada momento para llegar a su fin.
Pero, cuidado, no todos son resilientes. Una persona que vive extrañando o reclamando tiempos mejores para sí; el individualista y egoísta; el que hace daño para ganar algo por encima del otro o quienes viven parasitando de la buena voluntad de la sociedad, al final también van a salir vivos de esta crisis, pero no pueden considerarse resilientes, a lo mucho solo supervivientes.
No somos los únicos que pasaron por esto.
A lo largo de la historia humana sociedades enteras han pasado desgracias incluso peores debido a la naturaleza o la mano del hombre. Guerras mundiales, terremotos o sequías marcaron el final o el fortalecimiento de culturas y sociedades.
Viene a mi mente una escena de algo tan cotidiano para nosotros como la llegada de un migrante (hace 100 años o 30) a un país y lengua desconocida, con todo en contra, cargando con una familia y con solo una maleta de ilusiones. Ese hombre (o mujer) que día a día encontraba un motivo para salir al mundo con fe y regresaba a casa con lo suficiente para decir que mañana será un día mejor, y que con el tiempo construyó las bases por donde caminan sus hijos. Lo vemos día a día explorando la historia familiar, en el empresario que se inició como emprendedor o el que se rompe el lomo en una fábrica para cumplir su sueño.
¿Pero un resiliente se hace solo?
La respuesta es NO. Individualmente aporta lo básico (fortaleza mental, conciencia de realidad, objetivo claro y adaptación) pero su éxito va a ser gracias al apoyo de personas que creen en el resiliente y comparten su positividad. Es por eso que se hace imprescindible los valores como respeto y solidaridad.
En una valiosa conversación sobre resiliencia de los japoneses en Perú posguerra, surgió la pregunta: ¿Cuál fue el factor clave para que un japonés que vivió perseguido por el Estado Peruano, que perdió los ingresos de su vida, familia y amigos, se levantó de tal forma que ahora sus hijos y nietos viven mejor? La respuesta es evidentemente la fortaleza mental, mucho trabajo, no vivir en resentimiento en cada uno, y a nivel grupal, la unión solidaria y en respeto con otros en su misma condición. Al final todos juntos salieron de eso y hoy la comunidad nikkei es lo que es.
Que estos tiempos oscuros y de incertidumbre saque lo mejor de nosotros y una nueva visión de la vida que nos fortalezca como personas y como sociedad.