POR: MARIO KIYOHARA / Ed.212 MARZO-ABRIL 2021
“Una mujer con una voz es por definición una mujer poderosa. Pero la búsqueda para hallar esa voz puede ser extremadamente difícil”
-Melinda Gates
No suelo ver televisión con frecuencia, pero estos descansos obligatorios me dieron la oportunidad de relajarnos en familia alrededor de la caja boba. En la medida que iba viendo programas y parrillas de las plataformas como Netflix, Amazon y la novedosa Disney encontré que el factor “mujer power” va siendo un tema común e inspiración de esta nota.
Ya no nos referimos a la fantasiosa “Mujer Maravilla” (que por cierto batió récords de taquilla en plena pandemia). Series rankeadas como “Anne with an E” (basada en el libro costumbrista Ana de las Tejas Verdes de 1908) “Gambito de dama” (ficción sobre el triunfo de una mujer en un mundo de hombres como fue el ajedrez de los años 60); “Enola Holmes” (¿de que es capaz la pequeña hermana menor de Sherlock Holmes?), entre otras, van forjando en el espectador la idea que una mujer todo lo puede, a pesar de las circunstancias.
En lo real, acaba de asumir Kamala Harris el pasado 20 de enero de 2021 en Estados Unidos de América la Vice Presidencia de la República, siendo la primera mujer en este cargo. En Perú la presidente del poder judicial, junto a otras como la del Congreso, el Tribunal Constitucional, la Fiscalía de la Nación, Consejo de Ministros, dirigentes empresariales y periodistas mujeres de gran influencia, dan un equilibrio de género en el poder.
Que una mujer lidere no es garantía de nada, ni de éxito ni de fracaso, pero sí es una señal de que aquella idea que las mujeres solo sirven para la cocina o el “búscate un marido que te mantenga” ya no cabe en la sociedad actual. Asimismo, estas escenas transmiten a las niñas de hoy que una mujer puede llevar las riendas de la sociedad, y a su vez hace que los niños varones vean como algo normal tener como compañero de equipo, como jefe o como competencia a una mujer, y que esto no los hace menos ante la sociedad.
En Japón hemos sido testigos de la enorme fuerza laboral y la contribución que realizan las mujeres peruanas en las mejoras económicas de sus respectivas familias por estas 3 décadas de migración. De sus manos y sacrificio han salido sus hijos profesionales y sus padres bien atendidos; y eso, no cabe duda, es motivo de satisfacción y orgullo personal.
Pero eso no debería de quedarse ahí, porque bien dice el dicho: “dejar de crecer es empezar a morir”. Este 2021 hay que ir más allá, hay que marcarse el reto de demostrar que junto a otras (y en equipo con todos) pueden hacer algo más, ese algo que mejore la vida a alguien más. ¿Y cómo se empieza? Como todo primer paso, con determinación.
Personalmente, me permito compartir con ustedes la emoción de lograr que una propuesta de formar una escuela de capacitación laboral para mujeres de la periferia de Lima haya tenido asidero, ahora queda el reto de hacerlo realidad en el mediano plazo. ¡Feliz Año, mucha salud y éxitos en tus proyectos!