POR: MARIO KIYOHARA / Ed.220 OCTUBRE-NOVIEMBRE 2022
Una escena de antología de la multipremiada serie de tv “Familia moderna” es cuando el patriarca Jay Pritchett (interpretado por el genial Ed O´Neil) le pregunta su hija a quien llamaba por videollamada: “¿Tú que haces en mi teléfono?” luego de una toma donde mostraba su oreja. Esta escena simple y cómica representa lo que significa para los nacidos entre la post II Guerra Mundial y el asesinato de J.F. Kennedy vivir en un mundo al que no están acostumbrados.
Y es que desde la década de los 80´s, con el desarrollo de la Tercera Revolución Industrial (o la Informática), poco a poco a esta generación le estaba costando seguir el paso a los avances en tecnología y, como consecuencia de ésta, a los cambios en la sociedad. Con la inminente Cuarta Revolución (la Digital) esta distancia se hace mayor y se vuelve inalcanzable para un “Boomer” promedio.
Pero bueno, ¿es que eso significa que llegó el momento de convertirse en pieza de museo? La respuesta es sencillamente: NO.
La reticencia de los “Boomers” con la tecnología se da esencialmente porque quieren que lo nuevo se adapte a sus costumbres, cuando la realidad nos dice que esto no es así. La tecnología posibilita que las cosas se den más rápido y con ello la misma sociedad se acelera. Un ejemplo de ello se da en la mensajería: Pasamos del correo postal al electrónico y ahora a la instantánea. Ya no tenemos que esperar nosotros (tampoco quien nos envió el mensaje) días ni minutos, todo es en segundos, así que la respuesta también va a velocidad.
No es fácil quitarse la costumbre de comparar (el clásico “en mis tiempos…”) en donde las situaciones de antaño y añoranza superan las actuales (y no se ven logros como el aumento de la expectativa de vida, la casi eliminación completa de la polio o que ya no entregan los alimentos envueltos en periódico). Esta actitud lo que hace es justificar lo anterior como “bueno” y lo que aún nos es desconocido como “malo” y envuelve a quien lo dice en una burbuja.
Un “Boomer” en su juventud debía de saber arreglar su auto y ser capaz de darle mantenimiento por sí mismo. Al casarse no había refrigeradora, cocina o sanitario que no haya pasado por sus manos primero para repararse. Por ello no concibe que la generación actual llame a un técnico para repararlo o, peor aún, compre uno nuevo de reemplazo.
Si formas parte, o tienes a “Boomers” en casa, aquí vienen algunos consejos (so pena que digan “a los de mi generación nunca nadie daba consejos…”):
- Mente abierta. Recibe lo nuevo con interés y sin querer que se adapte a tus costumbres. ¿Se han dado cuenta lo fácil que resulta a un bebé manejar una Tablet? No es porque haya llevado un curso de 9 meses. Se debe a que su mente no está anclado a patrones anteriores y las aplicaciones son (y deben ser) intuitivas.
- Ser curioso. Siempre hay algo nuevo y se refleja más en estos tiempos. Cada vez salen tantas cosas nuevas (y desaparecen otras) que lo hoy es antiguo mañana. Esto es lo fascinante de esta era.
- No ser “técnico”. Así como el auto no está para que lo arregles sino para que lo disfrutes, lo mismo ocurre con los avances. No entras al mundo digital para ser desarrollador, sino para ser consumidor (pero si logras ser desarrollador de contenido o de aplicaciones “estás en otro level”).
- Beneficiarse de los avances. El “viejo” Facebook tiene 18 años y es la plataforma favorita de los mayores de edad (los más jóvenes utilizan otras) especialmente porque da la oportunidad de volver a conectar con viejos amigos (del colegio, del barrio, de la vida) sin importar la distancia, algo que una carta difícilmente podía cumplirlo. Asimismo, las aplicaciones de salud y bienestar contribuyen a una vida sana o en paz. Y demás está decir que en entretenimiento los avances se llevan todas las palmas porque ya no hay que esperar el canal, día y hora para ver la reposición de “Mi bella genio” o “Starsky & Hutch”.
Un detalle interesante es que, aunque usted no lo crea, los desarrolladores toman especial importancia a la generación “Baby Boomer” así como a la “X” (los “ochenteros y noventeros”) debido a que se toman el tiempo para ser más precisos, detallistas y cautelosos, cosas que no se observan en las nuevas generaciones. De esta información obtenida mediante el uso, comentarios y encuestas contribuyen a mantener la calidad y los procesos de las aplicaciones y productos en un mundo altamente tecnológico, veloz y competitivo.