POR: RYOMA TOKATSU / Ed.231 DIC. 2024-ENE.,FEB.2025
Japón entró recientemente en estado de alerta ante la posibilidad del gran sismo, pero, ¿realmente llegará el gran terremoto? ¿hasta qué punto se puede confiar en las advertencias oficiales?
El pasado 8 de agosto a las 16:42 horas, un terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter golpeó la prefectura de Miyazaki ubicada en la isla de Kyushu, al sur del país. El movimiento se sintió con gran fuerza debido a que su profundidad fue de solo 31 kilómetros, y despertó la preocupación de los especialistas que se reunieron de emergencia para determinar si el sismo tenía relación con la cercana fosa de Nankai, origen de terremotos devastadores ocurridos en el pasado.
Días antes, el 4 de agosto, otro terremoto de magnitud 6 y registrado a solo 10 kilómetros de profundidad, había sacudido la prefectura de Fukushima ubicada en la región de Tohoku (noroeste), donde en marzo del 2011 se produjo el último gran sismo ocurrido en Japón, el cual cobró más de veintidós mil vidas.
Luego del sismo del 8 de agosto, Japón entró en estado de alerta y de forma oficial, las autoridades le pidieron a la población que se preparase ante la posibilidad de un gran terremoto. Fue la primera vez en la historia que las autoridades realizaron un pedido de este tipo.
La advertencia oficial llegó con acciones concretas que alarmaron mucho más a la población, medidas como el cierre de playas en plena época de verano; la disminución en la velocidad de los trenes de alta velocidad (shinkansen) para evitar descarrilamientos; la cancelación de un viaje al extranjero del primer ministro; la solicitud de las autoridades a las empresas de alimentos para que tengan suficientes productos para atender a la población en caso de emergencia, entre otras medidas.
Durante las siguientes semanas Japón volvió a temblar, pero de miedo y preocupación ante un panorama tan sombrío.
Sin embargo y sin desestimar la advertencia de los especialistas, lo cierto es que la alerta emitida por las autoridades, si bien creó intranquilidad, no fue diferente a las decenas de advertencias que han emitido en el pasado y que al final no se han hecho efectivas. Cierto es que en el tema de desastres naturales es mejor “prevenir que lamentar”, pero la verdad es que en el caso específico de los movimientos sísmicos, todavía no existe ningún tipo de tecnología o dispositivo capaz de predecir exactamente cuándo, dónde o de qué magnitud será el siguiente terremoto.
En otras palabras, cuando a principios de agosto pasado las autoridades lanzaron la advertencia sobre el posible “gran terremoto” que se produciría en la fosa de Nankai, sabían perfectamente y así lo indicaron claramente, que existe sólo entre un 70% y un 80% de probabilidades de que el terremoto se produzca dentro de los próximos 30 años, y este periodo de tiempo de tres décadas, es calculado por los científicos únicamente tomando como base los terremotos ocurridos en el pasado y los cambios que se registran en el lecho marino, los cuales Japón monitorea constantemente a través de una avanzada tecnología, dos datos que para muchos, son insuficientes a la hora de lanzar advertencias que siempre terminan alarmando y preocupando a la población.
El “gran terremoto”
Un punto que es necesario aclarar, es que a nivel coloquial cuando se habla del “gran terremoto”, se habla en realidad de por lo menos dos grandes sismos cuando no de tres posibles desastres: el primero sucedería en la capital Tokio, el segundo solo en la región de Shizuoka y el tercero en la fosa de Nankai. A este último nos referimos en esta nota ya que fue el que despertó la alarma a principios de agosto.
La Fosa de Nankai tiene alrededor de 700 kilómetros de longitud y es el área donde la placa tectónica de las Filipinas se desliza debajo de la placa continental donde se encuentra Japón.
Por lo general y de acuerdo a la ciencia, la mayoría de terremotos y de los tsunamis que estos generan, se producen cuando una placa roza y se mete debajo de otra generando presión (proceso «stick-slip») y cuando esta presión se libera o “brinca” se genera el sismo. Como un resorte cuando vuelve a su posición original.
La última vez que la Fosa de Nankai produjo terremotos fue en 1944 y 1946, los dos de 8,1 grados de magnitud que devastaron Japón a nivel de víctimas mortales y de pérdidas económicas. Según los sismólogos y tomando como base la periodicidad de los terremotos pasados, esta fosa se activa cada 100 ó 200 años, lo cual significa que su próximo período de actividad debe comenzar a partir del año 2046, por eso los sismólogos indican que el “gran terremoto” se produciría dentro de los próximos 30 años.
Sin embargo, existe un sector de científicos y estudiosos que se oponen a realizar predicciones tan imprecisas que abarquen periodos tan largos de tiempo, porque la probabilidad de error es muy alta.
Especialistas como Robert Geller, sociólogo y profesor de la Universidad de Tokio en declaraciones a la cadena CNN, indicó incluso que el “gran terremoto” de Nankai es una «construcción inventada», porque los sismos de cualquier magnitud no se producen por ciclos o periodos de tiempo, sino en cualquier momento, por eso cualquier predicción que tome como base los terremotos ocurridos en el pasado, es incorrecta.
Incluso y de acuerdo a recientes estudios, se ha demostrado que el proceso «stick-slip» de acumulación de energía entre las placas tectónicas, no es la única razón por la que ocurren los movimientos sísmicos, de allí que para muchos científicos como Geller (que no niega el hecho de que un gran terremoto pueda ocurrir en la Fosa de Nankai), los anuncios y medidas de seguridad como las que las autoridades tomaron a principios de agosto son excesivas e innecesarias, pero sobre todo entrañan un peligro mayor: cansan a la población, la estresan y la acostumbran a anuncios cataclísmicos que nunca se hacen realidad, lo cual reduce la capacidad de respuesta del ciudadano en caso de que suceda un desastre real. Algo que en parte ya está sucediendo, como veremos más adelante.
Otro de los problemas que genera poner tanto énfasis solo en el “gran terremoto” de Nankai, es que las autoridades destinan ingentes cantidades de dinero para la prevención y preparación de infraestructura antisísmica en esta zona, pero descuidan otras áreas del país que aunque no se consideran de alto riesgo, han resultado afectadas por grandes movimientos sísmicos.
Este ha sido el caso del terremoto de 7,6 grados en la escala de Richter que el 1 de enero de este año (2024), impactó la península de Noto ubicada en la prefectura de Ishikawa, generando un tsunami con olas de hasta 6 metros de altura. La respuesta de las autoridades fue lenta y dejó mucho que desear, se demoraron en reparar carreteras y ofrecer servicios básicos a los damnificados, muchos de los cuales siguen sin tener una vivienda hasta la actualidad.
¿Prevenidos?
Entrevistado por la CNN luego de que el gobierno lanzará la alerta sobre la posibilidad de un gran terremoto, Yota Sugai, un estudiante universitario de 23 años, indicó que la advertencia del gobierno lo impulsó a comprar suministros de emergencia, mientras que Mashiro Ogawa, también universitaria de 21 años, dijo que no solo compró agua y comida para una situación de emergencia, sino que arregló los estantes de su casa y le sugirió a sus padres que hicieran lo mismo.
Este tipo de encuestas y entrevistas realizadas por entidades y medios de comunicación, podría dar la equivocada sensación de que las alertas que lanzan las autoridades contribuyen a aumentar la cultura de la prevención ante desastres naturales en la población. Sin embargo, existen otras encuestas, esta vez realizadas en “frío” (cuando no se ha lanzado una alerta de emergencia), que podrían indicar todo lo contrario.
Según una investigación realizada por la la Asociación Japonesa de Inodoros entre mil personas mayores de 20 años, solo el 22,2 % de los japoneses tiene inodoros de emergencia en caso de un terremoto, un objeto considerado básico dentro del kit de emergencia ante desastres naturales.
Otro estudio llevado a cabo por la empresa Premium Water que distribuye agua natural a domicilio, reveló que solo el 62,7 % de los encuestados disponía de artículos de prevención de catástrofes en casa, entre ellos linternas (91,7 % del 62,7%), alimentos de emergencia/conservas (79,2 %) y agua potable (78,0 %).
Las autoridades recomiendan tener un mínimo de 9 litros de agua (3 días) por persona para caso de desastres naturales, según el estudio de la Premium Water, solo el 24,6 % de los encuestados cumplía con este requisito.
Finalmente y de acuerdo a una encuesta de opinión realizada en el 2022 por la Fundación Nippon, entre mil jóvenes de todo el país que acababan de cumplir la mayoría de edad, solo el 30% afirmó que su familia se encontraba preparada para afrontar un desastre natural, mientras que el 27,4 % indicó que no había tomado ninguna medida o realizado algún tipo de preparativo ante la posibilidad de un desastre natural.
Una semana después de emitida la alerta por el mega terremoto, las autoridades la cancelaron e instaron a la población a “volver a sus estilos de vida normales”, abandonando las precauciones especiales que habían tomado los últimos siete días. El ministro de gestión de desastres, Yoshifumi Matsumura, advirtió sin embargo, que la cancelación de la alerta “no significa que el riesgo se haya eliminado”, una declaración por lo menos contradictoria porque, ¿si el riesgo no estaba eliminado porqué se levantaba la alerta?
En resumen y como refiere el cuento, una vez más las autoridades gritaron “se acerca el lobo”, pero el lobo no llegó. ¿Estaremos preparados cuando realmente llegue el lobo?