POR: EDUARDO AZATO / FOTOS: ARCHIVOS PERSONALES, E. AZATO / ED.232 MARZO – ABRIL 2025
¿Está la comunidad extranjera preparada para enfrentar un desastre natural? Conversé con tres peruanos que trabajan para que la prevención sea tarea de todos.
Una de las peculiaridades del territorio japonés es ser uno de los países que se ubica dentro de la extensión de lo que se conoce como el “Anillo del Fuego”, una vasta zona de 40 mil kilómetros a lo largo de la Costa del Pacífico en la que confluyen cuatro placas tectónicas cuya actividad hace que un 90% de los terremotos del planeta tengan lugar allí.
Los grandes desastres que tuvieron lugar en las últimas décadas, así como la constante ocurrencia de fenómenos naturales de relevancia en todo el país, han incidido en idear planes de prevención a todo nivel de la población, incluyendo a un sector que en estos episodios se muestra a menudo indefenso por diversos motivos: el de los residentes extranjeros.
A tres décadas de producido el terremoto de Kobe, a 14 años de recordar este marzo la triple catástrofe de Tohoku y a un año del terremoto y tsunami de la península de Noto en Ishikawa, conversé con tres peruanos que realizan esfuerzos en la tarea de difundir, especialmente entre la comunidad latina, la importancia de conocer y practicar directivas de prevención en casos de desastres como sismos, tifones o lluvias torrenciales, tan comunes en este país. Dado que convivir con esta realidad resulta inevitable, es necesario prepararnos para lo principal: saber qué hacer para sobrevivir en situaciones límites. “Bosai”, es su denominación en japonés.
Giancarlo Uehara, Carlos Watanabe y Roxana Oshiro, opinaron para KYODAI MAGAZINE básicamente sobre dos cuestiones: ¿cómo encaran el gobierno central y los municipios locales, la estrategia de prevención y mitigación de desastres en relación a los extranjeros?, como también ¿de qué forma responde la comunidad latina a estas directrices, y si creen que nos encontramos preparados ante este tipo de eventos?

MUCHO MÁS QUE TRADUCCIONES
Si bien las autoridades son conscientes de que es indispensable también hacer partícipes de las estrategias de preparación para desastres al colectivo extranjero, han encontrado también que es una tarea compleja que no puede solucionarse exclusivamente con la traducción de guías de prevención a sus idiomas. Que para que esos folletos y cualquier otra información importante les llegue efectivamente, había que acercarse más y conocerlos.
A nivel nacional, una de las prefecturas que mejor viene acercando estas estrategias de prevención a los extranjeros es Mie. “Aquí desde hace varios años se han iniciado programas de capacitación a extranjeros que, de alguna manera, tengan cierto grado de influencia o sean conocidos en sus comunidades, como por ejemplo, dirigentes de asociaciones o aquellos que brindan contenido en redes sociales con buena cantidad de seguidores. Una especie de líderes comunitarios en prevención de desastres”, explica Giancarlo Uehara, funcionario de la Fundación de Intercambio Internacional de Mie.
“Se llegó a la conclusión que ellos podrían convertirse en herramientas eficaces ayudando a las provincias en su acercamiento a los extranjeros. En el 2019 se hizo una encuesta sobre cómo los extranjeros obtenían información importante, y los resultados arrojaron que era a través de familiares o amigos no japoneses, o en el contenido de redes sociales en su idioma. Los municipios, los que tenían la información oficial, estaban en último lugar”, comenta Uehara, que brinda preparación desde el 2020 a extranjeros en varios municipios de la prefectura.
Refiere que han realizado capacitaciones en ciudades como Kuwana, Yokkaichi, Inabari, Tsu, Iga y Kameyama y han logrado captar a unos 15 o 20 líderes por municipio. “La idea es que ellos colaboren difundiendo las prácticas de prevención y apoyando en los seminarios que se brindan a la comunidad, sea traduciendo las enseñanzas de los expertos, o bien enseñando ellos mismos a sus compatriotas lo aprendido. Asimismo, de ocurrir algún terremoto o fenómeno natural, tendrán un contacto directo con el órgano local encargado de la emergencia en la labor de retransmitir las informaciones”, añade.
“A partir del año fiscal que viene estamos proyectando visitar algunos consulados para coordinar acciones por si ocurre algún desastre, dado que en ese caso también cumpliremos diversas tareas dentro del comité de gestión de crisis”, adelantó Uehara.

APRENDER DE LA EXPERIENCIA
“El terremoto de Kobe no solo permitió replantear las estrategias de prevención a nivel nacional, sino que también hizo visibles al grupo de los residentes extranjeros y a las personas con algún tipo de discapacidad, a los que también había que dar asistencia y hacer partícipes de todas las acciones. Desde aquella tragedia y posteriormente con lo de Tohoku, se comenzaron a trazar planes para que toda esta preparación llegue también a los extranjeros”, dice Roxana Oshiro, que es directora de la Comunidad Latina de Hyogo y de la revista Latin-a, y además presenta dos programas radiales para hispano hablantes en el área de Kansai. Tal protagonismo le llegó, en gran parte, debido a que el terremoto de Kobe le cambió la vida. Es, a no dudar, una de las personas que más ha hecho sobre el tema de asistencia y preparación para desastres en relación a la comunidad extranjera, a partir de su propia experiencia.
Lo ocurrido en Kobe puso en relevancia la importancia de la auto-ayuda y la ayuda mutua como base de una primera respuesta al desastre. Primero salvarse uno mismo, para luego poder ayudar a los demás, es el concepto. “Existen dos respuestas inmediatas frente al desastre: la del gobierno y la de la comunidad. En las primeras horas, cuando debido a los escombros no podían pasar bomberos y ambulancias, fueron los propios vecinos los que rescataron a quienes se encontraban atrapados en sus viviendas o en los derrumbes. Lo de Tohoku tuvo como añadido lo del tsunami, tras lo que se actualizaron las estimaciones sobre la altura de las aguas en determinadas zonas para la construcción de barreras de contención o refugios en las zonas altas, por ejemplo. Ahora, con los últimos sismos se habla mucho de la Fosa de Nankai y las directrices de preparación también se vienen actualizando. En lo referente a Kobe y los extranjeros, también se piensa implementar un sistema de líderes comunitarios en temas de emergencia, ya que el número de nuevos residentes, sobre todo asiáticos, se ha incrementado. Sigue siendo difícil pasar información en 14 o 15 idiomas diferentes”, añade.
Para ella, añadida a la barrera del idioma, también hay una diferencia cultural por salvar, basada en las propias experiencias de los extranjeros. “Después del terremoto, llegamos a dormir dos semanas en un auto porque ignorábamos si, como extranjeros, también podíamos tener un lugar en la escuela que funcionaba como refugio; mucho menos, ir a pedir las comidas, porque en mi mentalidad, éramos ´visitantes´ en este país. Temía que por ir a reclamar, me negaran algo o en el peor de los casos, me desalojen del refugio. Tampoco sabía que todos los refugiados se organizaban en grupos para por turnos ayudar a repartir la comida o limpiar los baños, todo lo desconocía. Todos debían participar y colaborar para la convivencia. Hoy puedo decir que muchas de nuestras actitudes, por desconocimiento, causaron molestias y dificultó la labor de la gente encargada de dar rápida respuesta a estas emergencias.
Ahora uno sabe que, al margen de nacionalidades o tu situación migratoria, en caso de desastres todos podemos acudir a los refugios o recibir las ayudas que se dan en alimentos y agua, pero en aquellos años ignorábamos todo esto, dado que en Perú no hay ese tipo de asistencia”, refiere.
Roxana considera que la imagen debe cambiar: de considerarse a los extranjeros un sector de la ciudadanía “frágil” en momentos de emergencia, a la de un colectivo que puede ayudar mucho también en actividades de rescate y apoyo a su vecindario en este tipo de eventos. Pero para ello, primero, debemos estar al tanto de las directrices de prevención y saber cómo conducirnos en caso de desastres.

PROBLEMAS PARA LLEGAR A EXTRANJEROS
Carlos Watanabe es director del programa por internet “Shizulatinos”, un noticiero que difunde importante información en nuestro idioma. Residente en Shizuoka, llegó a trabajar en entidades municipales atendiendo a extranjeros, por lo que conoce su problemática. Hoy está en el sector privado y su trabajo consiste en ofrecer a los municipios ideas para mejorar la convivencia y conseguir una adaptación favorable de los extranjeros a la vida en Japón. La empresa en la que trabaja brinda servicio a las localidades de Shizuoka y Mie. La prevención de desastres, obviamente, también es uno de los temas a trabajar y sobre el que deben diseñar proyectos que no siempre son viables.
“Hay varias iniciativas pero son muy difíciles de llevar a cabo, o tomarían mucho tiempo aplicarlas, debido al propio esquema organizativo de las prefecturas y las diferentes entidades de los gobiernos municipales. Recuerdo que hace pocos años atrás, cuando trabajaba en la municipalidad de Iwata, no tenían páginas de Facebook en otros idiomas y a partir de que las creamos es que se pudo tener una comunicación más estrecha con los extranjeros, que recibían las informaciones traducidas”, recuerda.
Considera que el hecho de pertenecer a la comunidad latina y conocer su idiosincrasia, facilita mucho el pensar alternativas que ayuden a su integración o pongan interés en temas importantes. “Por ejemplo, sabemos que es difícil que todo el material informativo llegue a los extranjeros y que, efectivamente, sea leído por ellos, así se haya gastado mucho tiempo y recursos en traducir todos los folletos. En ese caso, usamos las grandes convocatorias como ocurrió recientemente en un torneo internacional de fútbol en el que tomaron parte equipos representantes de cada país, bien uniformados, todo muy formal y bien organizado. Durante el entretiempo, aprovechamos para ir repartiendo el material y llegar directamente a ellos hablándoles sobre la importancia de la prevención de desastres u otros asuntos importantes, no solo a los latinos, los vietnamitas e indonesios también son muy futboleros, y como comunidades nuevas, también necesitan asistencia”, revela Watanabe.

DESINTERÉS EN LATINOS
En agosto del año pasado un fuerte sismo en Miyazaki motivó que por primera vez la Agencia Metereológica del Japón decretase un nivel de “precaución” -el segundo mayor en la escala de alertas-, admitiendo “la posibilidad de que se produzca un terremoto de gran magnitud en la zona de la falla de Nankai -que se extiende desde Kyushu hasta el norte de Tokio, abarcando gran parte del país- es relativamente mayor de lo habitual”. Un terremoto de nivel 8 podría desencadenar la formación de un tsunami, que tendría el poder de crear devastación en varias ciudades con decenas de miles de muertes, según se pronostica.
Ante la evidencia, solo queda prepararse para una eventualidad, mañana, el mes que viene, o en el lapso de 30 años, como se calcula. Hacerlo es inevitable y puede ser cuestión de vida o muerte. Les pregunto cómo andamos como colectivo en temas de prevención.
“Ahora le toman más atención a este tipo de temas, aunque no son todos, pero lamentablemente, solo es momentáneo. Cuando volvió a colación el tema de la Fosa de Nankai y el peligro de un terremoto fuerte, muchos nos llamaban preguntando, relacionando erróneamente el hecho con la falta de arroz o una falla en el suministro de agua en algún barrio. Tal vez el temor habrá motivado que en casa preparen su mochila de emergencia para evacuación rápida o hayan renovado su contenido, o se interesen en ubicar los refugios cerca de su domicilio. Espero que haya sido así”, considera Uehara.
Desde fines del año pasado, la prefectura de Mie puso en funcionamiento un aplicativo oficial para teléfonos llamado “Mie Bosai Navi”, con información en cualquier idioma sobre lugares de refugio y acciones de evacuación en caso de desastre. “Ahora todos tenemos la información al alcance, en español o portugués, por lo que no hay pretextos para no tener en cuenta el tema de prevenir. Si no leen los panfletos, por lo menos tengan el aplicativo en el teléfono.”, apuntó.
Roxana Oshiro, que a raíz del terremoto en Tohoku ha elaborado a través de la entidad que dirige, hasta tres guías de prevención de desastres y tomado parte en decenas de conversatorios dirigidos a latinos sobre el tema, confiesa que a veces es como predicar en el desierto por la poquísima concurrencia a estas actividades. “Como comunidad no hemos avanzado mucho. Pensé que solo era aquí en Hyogo o Kansai, pero es igual cuando me invitan a disertar en otras regiones. Van muy pocos, solo los amigos y conocidos de Roxana. Pero son cientos los que se aparecen cuando se trata de alguna fiesta o evento social, por lo que hemos cambiado la estrategia, y dedicamos unos minutos para hablarles sobre la importancia de la prevención en estas actividades, invitando a instructores japoneses o bomberos. Así lo venimos trabajando en Kobe, pero si me hablas de la comunidad en general, no creo que haya mucho interés. Pero cuando ocurre algún terremoto o tifón, allí sí se preocupan y nos llaman preguntando. Cuando hablamos de desastres, hablamos de la posibilidad de que podamos perder la vida, y no sé si haya algo más importante. A veces, confieso que me gana el desaliento, y mi esposo me pregunta si vale la pena tanto esfuerzo ante tanta indiferencia, pero creo que mi tarea es pasar mi experiencia y difundir el mensaje, y que cada quien vea si lo considera importante, no puedo hacer más. Es que venimos de países sin cultura de prevención de desastres; por allí debemos trabajar primero, creando conciencia, hacerlos reflexionar”, comenta.
Para Carlos Watanabe, no todos en la comunidad latina tienen interés en el tema, o simplemente no entienden la importancia que encierra. “En un par de ocasiones organizamos eventos gratuitos destinados a explicar lo vital que es estar preparados, pero solo unos pocos asistieron a los seminarios. No les interesa. Como en otros temas relativos a la vida en este país, muchos no le prestan la debida importancia, y eso no puede seguir así”, lamenta.
“Personalmente, creo que muchos no han desarrollado aún, pese a llevar aquí varias décadas, ese sentido de pertenencia o identificación con las cosas de este país. Aún persiste en muchos ese ‘chip del dekasegi’, que sigue creyendo que su permanencia aquí es temporal, y que por eso no hay necesidad ni de aprender el idioma, ni de adaptarse a la vida de Japón. Cuando eso cambie, verán a Japón de diferente manera”, reflexiona.
Distrito “Mi Perú” en Lima
PREVENCIÓN “A LA JAPONESA”
La peruana Roxana Oshiro fue despertada con violencia al final de la madrugada del 17 de enero del 2005. Junto a César, su esposo, llevaba cuatro años en el Japón, cuando -en ese momento pasó por sus cabezas- les sorprendería “el fin del mundo”: el terremoto de Kobe. Fue un episodio que le impactó y que la llevaría, quién lo diría, a encontrar uno de sus propósitos de vida, convirtiéndose en su “ikigai”, como le dicen los japoneses.
Ella era una de los 3,600 extranjeros que vivían en la prefectura de Hyogo, que sufrió “El Gran Terremoto de Hanshin – Awaji” -nombre oficial del cataclismo de 7,3 grados Ritcher ocurrido hace exactamente tres décadas-, que dejó un saldo trágico de más de seis mil personas fallecidas y prácticamente obligó a reconstruir gran parte de la ciudad desde la nada.
“Si ocurría un tsunami, creo que no estaría conversando contigo ahora, ya que vivíamos cerca a la zona costera. Fue una experiencia reveladora por todo lo que vivimos durante y después del acontecimiento. En medio del terremoto, nuestra consigna solo era salir y ganar la calle. Ya afuera, ni sabíamos a dónde dirigirnos. No sabíamos el idioma e ignorábamos cómo proceder en estos casos; solo seguíamos a nuestros vecinos, que se dirigían a un parque del barrio y, horas después, a una escuela cercana. Ellos sí sabían qué hacer, de alguna forma se encontraban preparados, a diferencia de nosotros”, cuenta.
“Lo vivido me llevó a una depresión, porque una tragedia como ésa te quita todo, tocas fondo. Hasta ese día todo transcurría normal, tenías donde vivir, tu trabajo y tus objetivos. Felizmente, estábamos vivos. Poco a poco me fui calmando y empecé a reflexionar sobre lo ocurrido, tomando la decisión de, primero, aprender el idioma y, segundo, hacer algo para que como extranjeros, nos preparemos mejor para enfrentar este tipo de desastres”, rememora, mencionando que pocas veces ha contado a un medio sobre su experiencia personal, pero que últimamente ha decidido hacerlo, también en escuelas y conversatorios, porque ello grafica mejor la urgencia de conocer sobre estos asuntos.
“Cada 17 de enero en Kobe, en todos los colegios se les pasa a los niños imágenes y se les habla de lo que fue el terremoto. Recuerdo que ello al principio me molestaba mucho, porque consideraba que se les hacía sufrir asustándolos. En mi cultura e idiosincrasia, lo consideraba innecesario. Pero a través del tiempo me di cuenta que era la forma más efectiva de instruirlos y remarcar la necesidad de prepararse para cualquier tipo de desastres. De aprender a ser resilientes ante la adversidad como ocurrió en Kobe, que de esa manera haremos que las vidas perdidas no fueron en vano”, reflexiona.
Hoy Roxana es referencia en todo lo que tenga que ver con temas de prevención de desastres para extranjeros en Japón y con mucha frecuencia es requerida por entidades y medios de comunicación para dar conferencias y entrevistas. Su labor esforzada y afán de servir se ha extendido hasta su patria, el Perú.
INTERÉS EN PERÚ
Y, si en Japón encuentra que entre la comunidad latina no hay mucho interés en este importante tema, lo contrario ocurre al otro lado del mundo, en un humilde barrio de la provincia costera del Callao. Desde hace un par de años se puso en marcha un proyecto apoyado por la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA) para dar asistencia en temas de prevención de desastres al sector “H”, un barrio del distrito “Mi Perú”.
“Durante la pandemia fue una sorpresa encontrar un mensaje que me enviaban desde el Perú, pidiéndome que por favor también les ayude en temas de prevención de desastres. Se trataba de un compatriota, Carlos Donayre, residente en el distrito de Mi Perú, que queda en el Callao, al lado de Ventanilla. No lo conocía porque es uno de los distritos nuevos de la provincia. Me decía que allí las viviendas estaban construidas precariamente y en el caso de un sismo podrían venirse abajo, por lo que consideraban necesario saber cómo prepararse ante la eventualidad de un terremoto”, recuerda.
“Mi Perú” es el último distrito de los siete que conforman la provincia constitucional del Callao. Fue creado hace 10 años reuniendo a varios asentamientos humanos. Tiene una población de 55 mil habitantes y está conformado por 13 sectores. El sector “H”, donde se ha iniciado el denominado “Proyecto de desarrollo de capacidades para la reducción del riesgo de desastres a nivel de comunidad utilizando el conocimiento y las experiencias de nikkeis latinoamericanos residentes en Japón”, es el de mayor extensión (24 manzanas).
El proyecto tendrá cinco años de duración y es desarrollado por la radio comunitaria FMYY -donde trabaja Roxana- y la Comunidad Latina de Hyogo, con el financiamiento de la JICA. En ese lapso se buscará capacitar a las autoridades y entidades comunitarias, así como también a los colegios de la colectividad peruano japonesa (La Unión, La Victoria, José Gálvez y Gakusei) en prácticas de prevención de desastres, aprendiendo del bagaje de conocimientos y experiencia que en el tema se tiene en el Japón.
Para ayudar en esta capacitación, se viene enviando periódicamente a profesionales japoneses que ilustran sobre las principales acciones a emprender para preparar respuestas a escenarios de desastres. Básicamente, se ha comenzado a trabajar en dos frentes, a nivel de comunidad y de escuelas, siendo otro de los lugares donde se recibe asesoría la escuela Fe y Alegría 33.
Otro de los objetivos es que la comunidad llegue a desarrollar un sistema de información de desastres y crear un cuerpo de voluntarios, así como, a nivel de escuelas, introducir en ellas, tal como se estila en el Japón, la conciencia en prevención y un centro de información en cada local.
“Tras casi ocho meses de reuniones por internet entre Perú y Japón, finalmente, se aprobó el proyecto, gracias también al invalorable apoyo de los ejecutivos de la radio FMYY, Junichi Hibino y Shizuyo Yoshitomi, que se implicaron en el proyecto y me ayudaron para llevar toda esta experiencia al Perú y colaborar con nuestros compatriotas. Actualmente venimos trabajando con el sector H, pero el municipio del distrito ha venido mostrando interés en extender lo aprendido a los demás vecindarios”, cuenta.
Entre otras actividades realizadas figuran un conversatorio en el Centro Cultural Peruano Japonés de Lima, talleres destinados a la confección de mochilas de emergencia y hasta un concurso de dibujo escolar sobre el tema prevención de desastres, en el que tomaron parte alrededor de un millar de alumnos del colegio Fe y Alegría.
El directorio del proyecto es encabezado por Hibino y Roxana es la subdirectora. Es el primer proyecto basado en experiencias de migrantes nikkei en Japón, llevadas para ayudar a su país, que aprueba la JICA.