POR: EDUARDO AZATO S. / Ed.223 MAYO-JUNIO 2023
Parece haber pasado lo peor y la humanidad se recupera luego de la crisis originada por el mortal virus. Japón, desde el 8 de mayo, también se reconstruye, en muchos sentidos.
El primer caso de contagio colectivo por el nuevo coronavirus en Japón (más de 700 personas, de las que fallecieron 14) se dio a bordo del crucero “Diamond Princess”, que retornó al puerto de Yokohama el pasado 10 de marzo, tres años después del episodio que le hiciera célebre. Fue uno de los primeros casos que nos alertaron sobre el trágico período que nos tocaría vivir.
Pero su llegada, ésta vez, simbolizó una vuelta a tiempos mejores.
Por esos días, también, el Primer Ministro Fumio Kishida anunciaba que a partir del 8 de mayo el combate al virus que puso de vuelta y media a toda la humanidad desde el 2020, cambiaba de denominación oficial: de “infección por nuevo coronavirus” a “infección por coronavirus 2019”. Una designación que puede resultar trivial, pero no lo es.
El cambio de nombre implica también el relajamiento de medidas bajo la Ley de Control de Enfermedades Infecciosas, que clasifica las enfermedades infecciosas en las categorías 1 a 5 en orden descendente de riesgo. A partir de ahora, un contagio por coronavirus, que correspondía al nivel 2, será designado como enfermedad de nivel 5, equivalente a la influenza estacional.
El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar consideró que al eliminar el término “nuevo”, se degrada la gravedad de la dolencia reduciéndola a una categoría de infección común, no exenta de cierto tipo de cuidados, aunque menos rigurosos.
Fue un anuncio largamente esperado. En muchas etapas de la pandemia se le criticó duramente al gobierno su lentitud en tomar decisiones, comparada a otros países, como ocurrió con el proceso de vacunación, o acaso sus dificultades para comunicar de forma eficaz a la ciudadanía las medidas a tomar para controlar la expansión de contagios.
LO QUÉ CAMBIARÁ
La nueva clasificación a categoría 5 tiene como objetivo que todos los hospitales del país, que totalizan más de 8 mil, acepten hospitalizaciones de pacientes con COVID-19. En el esquema anterior, solo 3 mil instituciones tenían camas designadas específicamente para pacientes de nuevo coronavirus.
De la misma forma, se espera que unos 64 mil centros médicos atiendan tratamientos de forma ambulatoria de quienes lo requieran desde mayo. Hasta ahora, solo 42 mil clínicas estaban en condiciones de hacerlo.
Otro de los cambios importantes es que los pacientes de COVID-19 tendrán que pagar su tratamiento médico ambulatorio a partir del 8 de mayo porque el financiamiento especial para estos efectos terminará con este cambio de categorización.
Sin embargo, el gobierno anunció que seguirá financiando los costos de los medicamentos terapéuticos para el COVID-19 hasta finales de septiembre porque son caros.
Hasta hace poco, dado que la infección pertenecía a la categoría 2, los pacientes no tenían que asumir el pago para tratarse luego de dar positivos al virus. Después del cambio, se deberá pagar los costes que originen las pruebas de detección y su tratamiento. No obstante, como medida transitoria hasta el 30 de septiembre, el valor de los medicamentos se seguirá pagando con financiación pública.
En caso de internamiento, se otorgará hasta 20 mil yenes mensuales en el programa de asistencia médica de alto costo. El monto de la aportación del gobierno se determinará en función de factores tales como los ingresos anuales del paciente. El estado de tales medidas de transición después del 1 de octubre se determinará teniendo en cuenta factores como la situación de la infección.
ALGUNOS NÚMEROS
En Japón, los especialistas reconocen ocho olas de contagio que llegaron a poner en vilo a los servicios médicos en muchos momentos de la crisis.
Cuando escribimos este reporte (fines de marzo), Japón, en tres años de pandemia ha totalizado más de 33 millones de nuevos contagios por COVID-19, desde que el 16 de enero del 2020 un hombre de Kanagawa fue registrado como la primera víctima del virus en el Japón (ver nota aparte).
Tokio, con más de 4 millones de casos, fue la prefectura con mayor número de contagios, mientras que Tottori, la que menos registró.
El portal de noticias JX Fast Alert, que siguió la evolución de la crisis en todos estos años, determinó que la sétima ola (período que abarca de julio a setiembre del año pasado) fue la que mayor cantidad de contagios exhibieron en un solo día: 261, 607 casos en todo el país.
La pandemia en Japón se llevó la vida de más de 73 mil personas, según las estadísticas de la NHK. El mayor número de fallecimientos relacionados con el COVID-19 en un solo día fue el pasado 14 de enero, en el pico de la octava ola de contagios, cuando murieron 503 personas en todo el país, la gran mayoría de ellas, adultos mayores.
En cuanto a la inmunización, hasta la tercera semana de marzo, también según la NHK, un 81,3% de la ciudadanía se había vacunado con la primera dosis (más de 104 millones 600 mil personas), y un 80,3% obtuvo la segunda dosis. Se vacunaron con la tercera dosis más de 86 millones 200 mil personas (68,5% de la población) y para la cuarta y quinta dosis (aún en campaña vigente) se han vacunado más de 58 y 30 millones, respectivamente.
¿RETORNO A LA “NORMALIDAD”?
Desde el último trimestre del año pasado en Japón se ha venido flexibilizando algunas restricciones, a medida que la inmunización avanzaba y la situación sanitaria se hacía menos tensa. El aparato productivo, con lentitud, ha comenzado a mover sus engranajes en todo el mundo y todo pareciera apuntar a una vuelta a la “normalidad”.
En lo referente a la rutina diaria y el comportamiento de la ciudadanía, desde marzo el gobierno dejó a elección individual el uso de mascarillas, recomendando su uso sólo en ambientes cerrados con mucha gente como medios de transporte públicos, en hospitales o centros asistenciales para ancianos. En algunas ceremonias de graduación realizadas hace unas semanas, muchos estudiantes tomaron parte sin usar mascarillas.
De otro lado, desde el año pasado Japón abrió sus fronteras paulatinamente, luego de dos años y medio de permanecer cerradas y con ello, la revitalización del sector turístico, que hasta antes de la pandemia venía haciendo funcionar la llamada “industria sin chimeneas” al máximo.
Los aeropuertos cerrados desde el 2020 y la decisión de hacer los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio sin público, impidió que pudiera coronarse la meta de recibir a 40 millones de turistas del extranjero (en el 2019, pre-pandemia, recibieron a más de 31 millones de visitantes).
La vuelta a la normalidad ha entusiasmado al gobierno, que tiene como objetivo recibir un número récord de visitantes extranjeros en 2025, dadas las cifras de recuperación constante del sector, desde que el país alivió significativamente las medidas fronterizas en octubre pasado.
El proyecto, que cubre los años fiscales 2023 a 2025, también tiene como fin que los turistas gasten alrededor de 200,000 yenes por visita, un 25 por ciento más que los niveles de 2019, a través del atractivo que puedan ejercer los próximos eventos internacionales que se realizarán en Japón, como la Expo 2025 en Osaka.