muchos, pero no demasiados

POR: EDUARDO AZATO / FOTOS: E. AZATO, ARCHIVOS PERSONALES / ED.233 MAYO-JUNIO 2025

El sobreturismo invade el mundo

El año que pasó fue un gran año para el turismo japonés con 37 millones de visitantes. Quieren 60 millones para el 2030, pero deben buscar soluciones al exceso de turistas.

En Corea del Sur, las autoridades vienen proponiendo que el barrio histórico de Bukchon Hanok solo pueda ser visitado por los turistas hasta las cinco de la tarde; en Amsterdam, Paises Bajos, se han dejado de construir nuevos hoteles, mientras que en Barcelona, España, hubo una manifestación el año pasado portando carteles con la inscripción “Go Home”, contra la llegada masiva de turistas. En Santorini, Grecia, hasta 18,000 pasajeros de cruceros abarrotan la isla diariamente, lo que pone a prueba los recursos de sus 15,000 residentes; en Praga, República Checa, las visitas guiadas por los bares se han prohibido después de las 10 de la noche para reducir las molestias causadas por turistas alborotadores, y en Dubrovnik, Croacia, puede decirse que durante el verano la cantidad de turistas es mayor que la de la población local, pese a las medidas adoptadas por el municipio como reducir el número de taxis, mesas al aire libre y puestos de venta de souvenirs.

En muchas partes del mundo, el éxito de la llamada “industria sin chimeneas”, también va en detrimento, según la población local, del medio ambiente, su rutina y en muchos casos atenta además contra su cultura. Es decir, quieren turistas, pero no en avalancha.

El término sobreturismo (overtourism, en inglés) se refiere al fenómeno que desde hace poco más de una década se ha intensificado en determinadas ciudades del mundo ante la masificación turística. La Organización Mundial del Turismo (OMT) lo definió como el impacto del turismo que afecta excesiva y negativamente la calidad de vida percibida de los residentes y la calidad de las experiencias de los visitantes.


El aumento exponencial de turistas en el mundo se debe a muchas razones: tarifas de bajo costo en vuelos y hasta cruceros que han hecho que conocer otros países sea más accesible, así como también a la serie de incentivos y subsidios que los gobiernos gestionan para apuntalar su turismo receptivo. De otro lado, también vale la pena destacar la influencia de las redes sociales presentando puntos de interés que alientan a los turistas a visitar los principales destinos. A ello habría que añadir el llamado “turismo de venganza”, aquél generado en los últimos años, como respuesta a los años que la pandemia no permitió los viajes.

EL PROBLEMA EN JAPÓN

Según el órgano regulador del turismo en el país, la JNTO (Japan National Tourism Organization) nunca hubo tantos visitantes extranjeros en el país como el año pasado, registrándose 36,9 millones de personas, un 15,6% más excursionistas foráneos que el máximo récord previo, que fue de 31,9 millones en el 2019, antes de la crisis de la COVID-19. Un número que debe ser superado en este 2025, si tomamos en cuenta que solo en los dos primeros meses del año, ya habían ingresado más de siete millones de turistas.

Por nacionalidades, Japón atrajo más turistas de Corea del Sur, seguido de China, Taiwan y los Estados Unidos.

La debilidad del yen, así como también una mayor flexibilidad para obtener los visados de visita han contribuido también para que Japón resulte atractivo para el viajero, al punto que el gobierno ya trazó el objetivo de congregar hasta el 2030 a unos 60 millones de turistas que -siempre de acuerdo a los cálculos gubernamentales-, puedan dejar en las arcas unos 15 trillones de yenes.

Pero para llegar a esta ambiciosa meta, tanto el estado, como los gobiernos municipales, deberán gestionar de la mejor manera todo este desarrollo que en el últimos tiempos ya ha tenido ciertos problemas incomodando a los pobladores locales de algunos focos turísticos que con evidente molestia se queja de las multitudes, la congestión vehicular y la acumulación de basura, según enumeró un estudio realizado el año pasado por el Centro de Investigación Jalan, que trabaja con el sector turístico.

EXPANDIENDO EL TURISMO

Como ocurre en aquellas ciudades del mundo, caracterizadas por ser “postales” debido a su popularidad y relevancia turística, en Japón también se han apresurado a intentar paliar las consecuencias de este exceso de turistas, racionalizando la actividad con diversas iniciativas que van más allá de incrementar las tarifas.

Entre las medidas figuran promover nuevos lugares de visita para los turistas fuera de la popular Ruta del Oro (atracciones en Tokio, el Monte Fuji, Kyoto y sus templos, además de la cosmopólita Osaka), atrayéndolos hacia otros destinos ubicados en zonas poco frecuentadas por visitantes internacionales y expandiendo sus itinerarios a regiones menos transitadas. Según la JNTO, solo las tres prefecturas mencionadas, así como Chiba (por la ubicación del aeropuerto de Narita) y Fukuoka consiguieron porcentajes de visita de dos dígitos.

Kyoto es la ciudad en la que más puede notarse la congestión de turistas y los problemas van desde la falta de espacio, hasta el desconocimiento de las costumbres locales y el mal comportamiento de unos pocos, a menudo filmados y hechos virales a través de las redes sociales, lo que amplifica su repercusión. En la antigua capital japonesa, desde abril del año pasado, añadido a la prohibición de tomar fotografías a las geisha y maiko sin autorización, también el municipio del distrito de Gion decidió instalar cordones en los estrechos callejones del distrito para restringir el acceso a estas zonas exclusivas para las geishas y los clientes de los “chaya” (casas de té). Asimismo aumentaron el número de buses de transporte, designando algunas unidades exclusivamente para turistas.
La prefectura de Yamanashi estableció un límite de cuatro mil escaladores por día -3000 con reserva adelantada vía digital- y elevó la tarifa de ingreso al Monte Fuji a dos mil yenes, a fin de controlar la cantidad de turistas.

De igual manera, el gobierno está considerando incrementar el impuesto de salida para los viajeros que salen del país, con lo que se podría mejorar la infraestructura e incrementar iniciativas de turismo sostenible.

UNA MIRADA LOCAL

La nutrida llegada de viajeros extranjeros ha motivado también que un buen grupo de extranjeros residentes en Japón emprendan como conductores de grupos turísticos y guías. Aunque el número de visitantes hispanohablantes -mayormente españoles y mexicanos- no puede compararse con los que llegan de Asia y Europa, hay latinos que viven mucho tiempo en el Japón y los pueden orientar convenientemente para que su paseo transcurra de la mejor manera.
Pregunté a tres guías peruanos sobre su punto de vista y experiencias personales dentro de toda esta coyuntura.

Manuel Cansaya, de “Japón Viajero”

Manuel Cansaya, de “Japón Viajero” reconoce que sí hay congestión de turistas en algunas zonas específicas como Kyoto, pero que también hay mucha información tergiversada acerca de sus efectos negativos, sobre todo en relación al comportamiento de los turistas. “Hay exceso en algunos puntos emblemáticos, principalmente Kyoto. Pero no es el fin de mundo. Se ha mejorado la rama hotelera, es difícil que la gente se quede sin habitación allí. Me parece bien que se estén generando otras rutas de turismo en regiones rurales, como Hokkaido con la ampliación de ruta del shinkansen (llegará hasta Sapporo en el 2031) o Hokuriku, la zona del Mar de Japón”, comenta.

Julio y Rosario Peña, de “Kamenoko Tours”

Los esposos Julio y Rosario Peña, de “Kamenoko Tours” revelan que la llegada de gran cantidad de turistas, sobretodo asiáticos, ha motivado que el sector de servicios se sature: “Solo por citar el tema del transporte, las empresas de buses tienen mucha demanda y solicitan que se cierre el contrato en un máximo de dos o tres días, porque hay otros grupos esperando. Lo mismo sucede con el tema de reservas que deben hacerlo un mes antes para estar tranquilos, aunque no siempre los clientes son así de rápidos para darte su aprobación. No todos los lugares están preparados para recibir grandes grupos”.

Akemi Kikushima, de “Ruta Nippon”

Similar opinión tuvo Akemi Kikushima, de “Ruta Nippon”, mencionando que el sobreturismo crea ciertos problemas de infraestructura que deben solucionarse, de pretender casi duplicar el número de turistas en cinco años. “Es en Tokio donde se nota mucho la falta de espacio en el ramo de servicios. A diferencia de otros lugares, en la capital japonesa, por ejemplo, es muy difícil hacer reservas para grupos grandes de 30 o 40 personas, tiene que hacerse con mucho tiempo de anticipación”, opinó.

Una de las consecuencias de este exceso de turistas es el material audiovisual que puede verse en reportajes de los noticiarios o se han hecho virales en redes sociales, con visitantes exhibiendo mal comportamiento o no teniendo el mínimo respeto por la privacidad de las personas, o al visitar monumentos históricos o lugares que los japoneses consideran sagrados.

“Las redes son muy poderosas. Kyoto prohibió hace mucho hacer fotos a geishas pero muchos recién lo saben; sacan vídeos de hace muchísimos años y eso genera que todos crean que los turistas son malos. Yo estoy todos los días viendo ese tema y puedo decir que el turismo negativo es poquísimo, comparado a los turistas que hay. Hay sí un tema de desconocimiento cultural y de costumbres, pero son casos aislados.
Lamentablemente, los chinos sí tienen una cultura muy informal, no respetan la cola, se paran en grupos y no dejan pasar, pero son situaciones de comportamiento, no es general”
, acota Cansaya.


“En mis grupos, antes de que viajen, les envío una cartilla con palabras básicas y una lista de cómo son las costumbres aquí. Lo que es recomendable y lo que no se debe hacer en situaciones de viajes en tren o movilización con equipaje. No les exijo. No les dirán nada, pero se deja una imagen para todos los turistas, les digo, sutilmente. De nuestra parte, tratamos de brindarles un servicio que tenga presente eso del omotenashi japonés”, dijo.

Como guías tenemos la responsabilidad de informar al grupo para hacer que su viaje sea cómodo en todo sentido: para el turista y también para el japonés que vive aquí con sus costumbres y sus tradiciones, pero no somos papás para corregir y estar detrás de 40 personas. Les digo qué se puede y qué no, pero al final ellos hacen lo que quieren, por la algarabía y la emoción de estar en lugares tan bonitos. Como latino uno lo puede entender, pero también hay que guardar los respetos. Hay quienes acatan las sugerencias y otros que hacen oídos sordos, sinceramente. Es un tema de costumbres. El turista latino a menudo tiene esa costumbre de todo a última hora y querer todo al instante. Se incomodan en hacer filas para comprar boletos, quieren las mejores ubicaciones. Y aquí tu sabes que todos somos iguales, tengas o no dinero. Fuera de eso, no hay problemas”, opina Kikushima, que halló la forma de ejercer la carrera por la que estudió en Lima, aplicándola a la realidad y conocimiento del medio japonés.


Peña menciona haber notado que en el personal de las estaciones ya hay cierta frialdad en el trato, probablemente debido a aquellos turistas que no respetan algunas reglas básicas. “Como aquél que quiere tomarle la foto al shinkansen y se acerca a los andenes, pese a que les tocan el silbato y no hacen caso, porque no entienden que no deben pasar la línea, por desconocimiento o porque no les importa mucho. Hay de los que por ahorrar llegan a Narita y se trasladan con sus maletas en horas punta en los trenes. Hay vagones que parecen más de carga que de pasajeros y eso sí incomoda al pasajero regular. Creo que poco a poco van a tener que buscarle un solución a eso porque está dando problemas. Entre las recomendaciones que les damos a los clientes hacemos hincapié en el tema de los horarios, remarcando que este es un país donde las horas se cumplen y que los retrasos pueden motivar que no podamos ir a uno de los puntos del itinerario. Es difícil hacerles entender que un retraso de 15 minutos es mucho para los japoneses y que hay horarios que cumplir, porque de lo contrario hay un recargo. Nada que el chofer es buena gente o cosas así. A menudo la zona de parqueo para buses grandes puede estar algo alejado de los lugares a visitar, porque no se puede estacionar en cualquier lado. A muchos les incomoda caminar algunas cuadras porque consideran que han pagado por la movilidad. También les decimos que el Japón por lo general es un país seguro, pero que tampoco se confíen y que cuiden sus cosas, porque a mayor número de turistas, también hay incremento de robos. Todo esto les comento para evitar malentendidos posteriores y quejas”, reveló.

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