“OKAERI”: LAS MEMORIAS DE VUELTA. Camila Murayama y su proyecto profesional y personal

TEXTO: EDUARDO AZATO SHIMABUKURO / FOTOS: Álbum familiar, Mar Ojeda, Pedro Horna / ED.234 JUL-AGO-SEP 2025

Será el primer largometraje inspirado en la historia de la comunidad japonesa en el Perú y un triste recuerdo: la guerra.

En el año en el que el mundo recuerda los 80 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, en Lima se presentó el “teaser” (un mini-tráiler de promoción) de “Okaeri: la espía del Sol Naciente”, película que trae a la memoria, en forma de ficción, lo que se vivió en el Perú durante los días del conflicto internacional y la forma cómo el ingreso de Japón a la conflagración afectó a la comunidad de origen japonés.

“Okaeri”, siguiendo los pasos de otras producciones realizadas en el pasado en Estados Unidos, Japón y Brasil, se convertiría en el primer largometraje hecho en Perú que tenga como tema a la colectividad nikkei.

Conversé al respecto con su directora y guionista, Camila Maruyama, formada en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Lima, con una Maestría en la Universidad Internacional de Valencia. En la actualidad, también es profesora en el Taller de Realización de la prestigiosa Escuela Toulouse Lautrec de Lima.

El “teaser” puede verse en las redes sociales (YouTube, Tik Tok e Instagram) colocando en el buscador: “Okaeri: la espía del Sol Naciente”.

*¿Cómo nace el proyecto de hacer un largometraje sobre la colectividad japonesa en Perú?

Esto comienza a tomar forma durante la pandemia. Estaba de viaje con mi abuela, visitando a familiares en Estados Unidos, cuando de pronto, como muchos en el mundo, se cerraron los aeropuertos y nos quedamos varadas, sin poder viajar de vuelta a Lima. Con tanto tiempo libre, conversé mucho con la “obaachan” y nos contó cosas de antaño sobre la familia; y en uno de esos relatos supimos lo que le ocurrió a la colectividad japonesa durante la guerra y cómo centenares de personas de origen japonés en todo el Perú fueron apresadas y llevadas a campos de concentración en los EE.UU.

Camila y su obaachan, Noriko. Una conversación entre ambas inició el proyecto de «Okaeri: la espía del Sol Naciente».

*Un episodio tan sensible para los nikkei peruanos, pero del que se sabe poco…

Soy una peruano japonesa de cuarta generación (yonsei) y quedé impactada por este atentado del que la ciudadanía en general sabe muy poco. Sus padres -mis bisabuelos- se vieron obligados
a esconderse, como muchos en la colectividad japonesa en Trujillo, donde residía la familia. El clima anti-japonés de la época los obligó también a ser reservados y restringir sus propias costumbres, como hablar en nihongo. Todo eso me introdujo también a la historia familiar, llegando a comprender el por qué de muchas cosas a las que hasta el momento no le había dado mucha importancia, como por ejemplo el hecho de que la última hermana de mi abuela no tenía nombre registrado en japonés ni había estudiado en una escuela japonesa, a diferencia de sus tres hermanos mayores. Fue entonces que decidí contar esta parte triste de nuestra historia. Uno llega a enterarse de ello mediante el relato familiar, pero no figura en ningún texto del colegio ni la universidad. Me pareció muy interesante y justamente coincidió con el hecho de que había ganado una beca para estudiar una Maestría en Guión. Fue cuando decidí crear el proyecto.

*Específicamente, ¿“Okaeri” hablará de las consecuencias de la guerra en la colectividad japonesa en Perú?

Así es. Es sobre la guerra y sobre las deportaciones. Está también centrado en explorar la experiencia que mi obaachan habría tenido ante estas situaciones. Como la protagonista (Nozomi, interpretado en este tráiler de promoción por la niña María Paula Sakuda), Noriko, mi abuela, también tenía nueve años en la época de la guerra. Me contó que aquél día la policía llegó al cafetín que sus padres tenían, diciéndoles que tenían un día para sacar todo e irse, por lo que debieron rematar todo y esconderse en el depósito del hotel de un amigo. La historia empieza así, tal cual, como lo que ella vivió. El resto sí ya es ficción por cosas de la trama, pero el contexto sí es real.

*El hecho de no existir, en efecto, material sobre estos episodios, debe haber dificultado un poco la documentación para crear la película. ¿A dónde has recurrido para escribir el guión y dar forma a la historia de Nozomi?

A nivel de investigación histórica sí fueron muchos libros. De otro lado, en la Asociación Peruano Japonesa, fueron muy amables y me abrieron las puertas del Museo de la Inmigración Japonesa al Perú -en la época dirigido por el actual presidente de APJ, Jorge Ygei- pese a que estaba clausurado temporalmente por lo de la pandemia. Recuerdo que me hizo una visita guiada y me dijo lo que tenían allí. Allí recolecté mucha información y tuve acceso también a una serie de vídeos con entrevistas a personas de las primeras generaciones que forman parte del material del museo, en donde cuentan sus vivencias y anécdotas. Poco a poco fui armando el rompecabezas y ya con la maestría, vi qué recursos podría usar para la película.

Para la directora, escribir el guion fue una experiencia personal interesante. La obligó a documentarse sobre la historia de la comunidad de origen japonés en el Perú.

*La película permite, de alguna forma, mostrar también la rutina de vida que las familias japonesas en el Perú llevaban o aún continúan llevando?

Sí, de hecho fue muy interesante la experiencia. Existe una metodología a seguir para escribir un guión. Pero aquí uno se encuentra con cosas que no te enseñan en las cátedras, situaciones muy particulares que se vinculan con la forma cómo vivimos los nikkei. A menudo hablamos cotidianamente mezclando español con japonés dentro de casa o el entorno. Y me preguntaba cómo debía escribir las palabras en nihongo para que todos puedan entender el significado y las situaciones. Si viene un inversionista español no va a entender algunas cosas, o al contrario, con alguien japonés que lea el guión. Y si lo ponemos en inglés, los que hablan este idioma se perderán el contexto. Hace poco había visto la película “Minari”, que habla de la inmigración coreana a los Estados Unidos. Como nosotros, los coreanos americanos también hablan mezclado, como nosotros. En esa película se indica que lo que va en corchetes son palabras en coreano. Fue la solución que también aplicamos en “Okaeri”. Fue a la vez curioso y complicado resolver esta parte. Fue una de las indicaciones que también me hicieron cuando el guión de la película fue seleccionado para un laboratorio de guión en Colombia. Tenía como asesores a un español, un francés y un venezolano, cada uno con una visión distinta. Una de las preguntas que me hicieron fue la razón por la que no escribía todo en español o en japonés. Les dije que expresarse en español con palabras en nihongo era una particularidad de la cultura de los nikkei. Crecemos con eso y puede pasar algún tiempo hasta que sepamos que algunas de esas palabras son japonesas. “Comer gohan”, esas cosas que ocurren en nuestras casas y que me interesaba retratar en Nozomi. También en “Okaeri” muestro un poco de lo que comemos, comida japonesa con los ingredientes locales. Me cuentan que mi bisabuela hacía tempura de pejerrey, por ejemplo. No hay mucho de este tipo de expresiones costumbristas, dado que la guerra motivó que los nikkei escondieran todas estas manifestaciones.

*¿Aspiras a que “Okaeri” sea un largometraje o un corto?, ¿en qué parte del proyecto se encuentran en estos momentos?

Ya está diseñado el proyecto como largometraje y tenemos el presupuesto y el guión. Ahora estamos buscando aliados estratégicos y en cuanto los consigamos empezaremos a grabar. No está en mis planes hacer un cortometraje, porque pienso que «Okaeri” tiene mucha información y tiene una construcción más larga y contemplativa que no creo que entraría en un cortometraje, me parece que se perdería mucho si lo termino convirtiendo en un corto. Que ya me lo han dicho, pero creo que realmente vale la pena lucharla para que sea una película de mayor longitud con todas las minuciosidades que debería tener. De hecho, cuando recién estaba creando el proyecto postulé a un concurso del Ministerio de Cultura que no ganamos en la primera, sino en la segunda ocasión en la que participamos. Si no lográbamos nada, “Okaeri” se iba a convertir en una obra de teatro. Ganamos y creí que era el destino: me está diciendo que hay que lucharla para que sea una película.

La niña María Paula Sakuda encarnó a Nozomi para grabar el mini-tráiler promocional de «Okaeri».

*¿Tu condición de peruana de origen japonés, de nikkei, no iría contra la objetividad de lo que quieres decir en la película?, ¿de ofrecer una mirada parcializada en una situación antagónica del peruano contra el japonés?

Eso es muy interesante. Una de mis metas con “Okaeri” es que no resulte antagónico, es el mensaje de la película, incluso. Recuerdo que vi algún material en el que percibía precisamente lo que indicas, el antagonismo, la confrontación, pobrecitos los nikkei. No me agradaba mucho esta forma de presentar las cosas. Soy de otra generación, se sufrió mucho, es verdad. Algo que me pareció muy interesante es que conocer la historia nos puede ayudar a reflexionar y a entendernos mejor mutuamente. Siempre me pregunté por qué mi obaachan y los nikkei en general eran muy cerrados, siempre entre ellos con sus pensamientos conservadores. Cuando llegué a esta historia, cuando investigué por lo que habían pasado, es que comprendí. Uno es lo que es por las cicatrices que lleva. Eso me permitió comprenderla, tener más empatía y no juzgarla por su manera de ver el mundo. Creo que es algo que “Okaeri” puede hacer también por otras personas. Mi objetivo es que las personas de la edad de mi obaachan la puedan ver -y no se queden dormidos, ojalá, ja, ja- y los más jóvenes como mis sobrinos, que ya son de la quinta generación, también conversen entre ellos sobre este asunto. Al mismo tiempo, quiero que sea un diálogo entre las culturas. No quiero adelantar mucho sobre el argumento, pero al ver lo que ocurre a su alrededor, en algún momento también Nozomi, llega a crear un resentimiento por su país. Nació en Perú, pero su apariencia es japonesa, se pregunta qué es, explora su identidad. Del otro lado, el niño Miguel (Gabriel Quintana para este “teaser”, inspirado en el personaje de la película “Jojo Rabbit”), con sus propios problemas, adoctrinado en su sentimiento anti-japonés. La tarea de elaborar grullas de papel (senbazuru) les permite a lo largo del tiempo conocerse mejor. Van desaprendiendo este prejuicio que se habían construido en relación al otro.

Se espera que la película esté lista para fines del año que viene o mediados del 2027. Dependerá de las conversaciones con financistas del proyecto y la forma en que se presentará el producto final, a través del circuito comercial o previamente en festivales.

*Háblame de la parte técnica, quiénes trabajan contigo detrás de las cámaras, locaciones, etc.

El premio de 40 mil soles que ganamos del Ministerio de Cultura. Usualmente, en esta etapa se invierte para postular a laboratorios, encuentros de coproducción, etc. En nuestro caso, decidimos hacer un “teaser” de desarrollo, es decir, filmar un vídeo promocional de muestra, que más o menos desarrolle lo que será el proyecto final en lo técnico. Al ser “Okaeri” un proyecto “de época”, iba a ser difícil presentarle el proyecto a un financista y decirle así queremos hacerlo. Por eso preferimos hacer un mini-tráiler de sinopsis para darles una idea más concreta. Fuimos probando locaciones y viendo hasta qué punto podríamos recrear ambientes, detalles del vestuario y creo que nos fue bien. Grabamos en la Quinta Heeren. En cuanto a los colaboradores, debo decir primeramente que me gusta decir que es un proyecto con mucho “kimochi” (sentimiento) y, pese a que no frecuento mucho las actividades e instituciones de la colectividad japonesa, quise convocar a gente nikkei en puestos estratégicos, profesionales que comparten este bagaje cultural, esta experiencia familiar. Ello permite una completa identificación con la película porque en cierta forma, también tiene mucho que ver con nuestro pasado. Tenemos una meta en común, que es preservar la historia de nuestras familias.

*¿Cuándo nos emocionaremos con “Okaeri” en los cines, para cuándo tendrían el producto final?

Eso va a depender del resultado de las conversaciones que estamos comenzando a tener con los financistas. Hay distintas rutas para hacerlo. Probablemente empecemos a grabar a inicios del año que viene y, ya dependiendo de las conversaciones, presentar la película a través del circuito comercial o empezar a mostrar la película haciendo un recorrido por festivales para ganar renombre, antes del estreno en cines. Viendo las posibilidades, fines del año que viene o mediados del 2027.

En el Centro Cultural Peruano Japonés tuvo lugar la presentación del «teaser» de lo que será «Okaeri», en el marco de un conversatorio.

*Finalmente, ¿qué recepción esperas de la gente que vaya a ver la película, hablo de los espectadores que no están relacionados con lo nikkei? Lo pregunto porque es un tema que no ha sido explorado en el Perú como película.

-El “teaser” me ha servido para tener una visión de cómo se va a recibir el producto final. Está en distintas plataformas de redes sociales. Ha tenido muy buena recepción y las reacciones me han encantado. Era una mezcla de personas que no sabían que esto había ocurrido en el Perú y gente que sí estaba enterada de los de los campos de concentración en Estados Unidos que alimentan el tema con sus comentarios. Ésa era una de mis intenciones, el crear interés, que muchos investiguen sobre este episodio. Ya a nivel emocional, también quisiera que la gente conecte con la historia. En síntesis, ojalá que “Okaeri” sirva para generar conocimiento sobre el tema, por un lado, y también que haya un diálogo entre las generaciones y se enteren la historia de su familia y su comunidad. No solo es un proyecto profesional, es también un proyecto muy personal.

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