TEXTO Y FOTOS: MARIO CASTRO GANOZA / Ed.228 MAYO-JUNIO 2024
Un complejo turístico, una misión científica del siglo XVIII y ancestrales creencias indígenas en torno a la latitud 0 de nuestro planeta
Los latinoamericanos que vivimos en Japón siempre nos hemos quejado de que regresar a nuestra región del mundo, significa realizar un largo viaje en avión de entre 24 a 36 horas de duración, porque nacimos al otro lado del planeta.
Sin embargo, existe un lugar en nuestro globo terráqueo donde, textualmente hablando, se puede cruzar el planeta con un solo paso, y ese lugar se llama Ciudad Mitad del Mundo y se encuentra en lo que actualmente es Ecuador.
Específicamente ubicada en la parroquia de San Antonio, Distrito Metropolitano de Quito, provincia de Pichincha, en la Ciudad Mitad del Mundo no vive nadie porque en realidad, es un complejo turístico y cultural construido especialmente para rendirle homenaje a la ubicación exacta de la línea ecuatorial, esa línea imaginaria que divide nuestro planeta horizontalmente entre el Hemisferio Norte (Boreal) y el Hemisferio Sur (Austral o Meridional) .
Comenzado a construir en el año 1981, el lugar más “fotografiable” del complejo y donde todos los visitantes quieren inmortalizar el momento para sus redes sociales, es la línea amarilla que marca la latitud cero del planeta, la cual fue establecida entre los años 1735 y 1736 (siglo XVIII ) por una misión conformada por científicos franceses y españoles, quienes para realizar sus mediciones llegaron hasta el territorio de la Audiencia Real de Quito, que en ese entonces formaba parte del Virreinato del Perú.
Además de la mencionada línea amarilla que parte el complejo en dos y que atraviesa edificios, explanadas y todo tipo de construcción que se atraviese en su camino, otras de las atracciones del lugar son un monumento construido en hierro y cemento de 30 metros de altura, coronado por un globo terráqueo de 4,5 metros de diámetro y un peso de cinco toneladas, cuatro pabellones con exposiciones permanentes de artistas ecuatorianos e información sobre la expedición científica que estableció la latitud 0, un Planetario, una maqueta que muestra cómo era la ciudad colonial de Quito, así como el primer Museo Entomológico del Ecuador con insectos vivos y disecados.
Durante los fines de semana y días festivos, en el complejo también se organizan festivales de música y gastronomía local
La expedición científica
En la actualidad, si queremos conocer el lugar del planeta donde nos encontramos o cualquier otra información geográfica de nuestro globo terráqueo, es suficiente que agarremos el teléfono celular y comencemos a googlear la información deseada, la cual nos será proporcionada gracias a diversos tipos de tecnología entre las que se cuenta el Sistema de Posicionamiento Global (por sus sigla en inglés GPS).
Sin embargo, en los tiempos en que fueron realizadas, las mediciones de la expedición científica implicaban una serie de trabajos físicos y de observación que son difíciles de imaginar a menos que los describamos parcialmente, de esta forma se entenderá en su real dimensión la proeza que realizaron esos hombres de ciencia entre los que no solo se encontraban españoles y franceses, sino también latinoamericanos o mejor dicho, estudiosos de la zona.
Lo primero que habría que explicar, es que el objetivo de la expedición no era encontrar la latitud 0 de nuestro planeta sino hallar pruebas de que la Tierra era achatada en sus polos, una discusión que por aquellos tiempos era de suma importancia para la comunidad científica europea. En otras palabras, establecer la ubicación de la línea que separa nuestro planeta en dos hemisferios fue una consecuencia colateral de una investigación mayor.
Para saber si la Tierra era achatada en sus polos, algo que posteriormente se confirmó, los científicos buscaron establecer la distancia en kilómetros lineales que tiene un grado de latitud en dos puntos diferentes del planeta, por este razón, la Academia Francesa pidió el apoyo del rey francés Luis XV para organizar dos expediciones, una que viajaría a las regiones árticas del globo y otra a la zona ecuatorial. Valga decir que la expedición a la zona ecuatorial del planeta eligió viajar a América, porque las otras dos opciones que eran África o Asia eran opciones demasiado peligrosas debido a la inestabilidad política e inseguridad que reinaba en esos territorios.
Para realizar la expedición al Nuevo Continente, la corona francesa le pidió permiso y apoyo al rey español Felipe V para entrar en su territorio, el cual aceptó, pero con una condición: que científicos españoles se sumarán al proyecto.
Una vez en el campo, los estudiosos debieron ubicar los puntos más altos del territorio (montañas), en cuya cima construyeron pequeñas torres para realizar sus mediciones y cálculos utilizando únicamente instrumentos que calibraban manualmente como brújulas, relojes de péndulo, telescopio y largavistas. Obviamente y para que las mediciones pudieran realizarse desde la cima de una montaña a la cima de otra montaña abarcando distancias de varios kilómetros, los científicos debían esperar cielos despejados y condiciones climáticas favorables, por lo cual muchas veces debían permanecer en las torretas durante varios días esperando el momento oportuno para realizar sus cálculos.
Lejos de lo que se pudiera creer, esta expedición le proporcionó al mundo una información sumamente útil para la vida diaria: el sistema métrico decimal o lo que es lo mismo, identificó el metro como unidad de medida, ya que la longitud del metro no es más que la diezmillonésima parte de la distancia que separa el polo de la línea del ecuador terrestre o meridiano 0.
La verdadera mitad del mundo
Si bien todo lo hecho por los científicos europeos fue bastante importante, lo cierto es que sus cálculos no fueron correctos, ya que la verdadera latitud 0 del planeta o la ubicación exacta de la línea ecuatorial, se encuentra 244 metros más al sur del punto que ellos señalaron y del lugar donde fue construida la Ciudad Mitad del Mundo, tal como fue demostrado desde finales del siglo XX gracias a la invención de la tecnología GPS.
En resumen, la verdadera mitad del mundo pasa por la cima del monte Catequilla y no por el complejo turístico que comenzó a ser construido en 1981 y se inauguró en 1992.
Pero desde mucho antes, incluso desde que en el siglo XVIII la Misión Geodésica Franco-Hispana llegó a lo que actualmente es San Antonio de Pichincha, los indígenas de la zona ya sabían con exactitud dónde se encontraba la línea ecuatorial del planeta, solo que los científicos europeos que representaban la ciencia formal de aquel entonces, no le prestaron atención a las creencias e historias de los lugareños.
El cerro Catequilla tiene una altura de 2,638 sobre el nivel del mar, y es un centro arqueológico pre inca e inca que se presume, era utilizado como mirador, observatorio astronómico y centro ceremonial, sobre todo para celebrar las fiestas del equinoccio y del solsticio.
Adicionalmente y a mediados de los años 90, en la misma área se crearon dos museos que hacen referencia a la mitad del mundo, estos museos son el Inti Ñan que se ubica en San Antonio de Pichincha y otro en Cayambe, cerca al volcán del mismo nombre. El Inti Ñan fue construido de manera exacta sobre la línea ecuatorial, y se encuentra ubicado a 750 metros del complejo B Ciudad Mitad del Mundo.
Otro atractivo turístico que se encuentra ubicado exactamente sobre la línea ecuatorial, es el Reloj Solar Quitsato cuya sombra indica con gran precisión, los solsticios y equinoccios, así como los meses del año.