LA PRINCESA Y EL PLEBEYO, LA HISTORIA DE MAKO Y KEI, UN CUENTO DE HADAS UE EN REALIDAD NO LO ES TANTO

POR: MARIO CASTRO / Ed.217 MARZO-ABRIL 2022

Lo que tiene la apariencia de un idílico cuento de hadas, en la realidad cuenta la historia de amor de una princesa y un plebeyo y de los problemas que le ha causado a la pareja la bruja mala del cuento, papel que en esta ocasión interpretan una Casa Imperial demasiado arcaica y rigurosa, una clase política ultra conservadora y una prensa muchas veces sensacionalista. Todo ello frente a la pasiva mirada de un pueblo que no tiene las agallas suficientes para defender a su princesa y quemar a la bruja mala en la hoguera.

Los protagonistas de este cuento de la vida real son la princesa Mako, la hija mayor del príncipe Fumihito, hermano de Naruhito el actual emperador de Japón, quien a lo largo de los últimos cuatro años no desmayó en su intento por casarse con Kei Komuro, un plebeyo al que conoció en la universidad, y cuando lo logró no solo decidió abandonar la Familia Imperial sino también el país que la vio nacer.

La bruja del cuento por su parte, no lleva sombrero puntiagudo, no va vestida de negro, tampoco es desdentada y mucho menos se transporta en una escoba. Es una figura mucho más compleja y más difícil de explicar porque se trata de una especie de monstruo de varias cabezas, la primera de las cuales es la Casa Imperial, una institución que se encarga de controlar el protocolo, las formas y de hacer cumplir las reglas a los miembros de la Familia Imperial. Es si se quiere, el férreo poder detrás del trono y desempeña el papel que se espera de ella o de cualquier otra casa real que tiene sobre sus hombros, la responsabilidad de custodiar el cumplimiento de una tradición milenaria.

Sin embargo, la rigurosidad inquebrantable de la Casa Imperial, su conservadurismo y su poca flexibilidad para adaptarse a los tiempos que corren puede terminar destruyendo aquello que justamente quiere preservar: a la Familia Imperial, una dinastía que reina desde hace 1,400 años de manera ininterrumpida motivo por el cual, es considerada la monarquía más antigua del planeta.

La segunda cabeza de la bruja mala del cuento la personifica una clase política conservadora y ultra derechista, la cual encabeza el Partido Liberal Democrático (PLD), una fuerza política que ha gobernado el país de forma casi ininterrumpida desde 1955, poco después de que Japón dejará de ser un imperio y se convirtiese en un país democrático gracias a la Constitución de Postguerra que entró en vigencia en 1947.

Básicamente, el PLD sigue negándose a cambiar la Ley de la Casa Imperial para permitir que una mujer ocupe el Trono del Crisantemo, una negativa que no tiene sustento histórico ya que en siglos pasados, Japón ha sido gobernado por 10 emperadoras regentes dos de las cuales ascendieron al trono en dos oportunidades cada una.

Además de negarse a cambiar la ley para que una mujer ocupe el Trono del Crisantemo, tanto la clase política gobernante como la Casa Imperial instauraron diversas reglas para preservar la línea paterna e imperial de sucesión al trono, ya que según la ley actual solo pueden ser emperadores los hijos varones de un emperador anterior. Otra de esas regulaciones por su parte, estipula que si una mujer de la Familia Imperial contrae nupcias con un plebeyo deberá renunciar a todos sus privilegios reales y abandonar la familia, de esta forma se evita que en caso de tener un hijo varón, este pueda acceder al trono.

Producto de esta medida, en los últimos 15 años dos han sido las princesas que han tenido que abandonar la Familia Imperial, la ya mencionada Mako y antes de ella en el 2005, la princesa Sayako, hija de los ex emperadores Akihito y Michiko y hermana del actual emperador. Y si las cosas siguen como están, pronto otras dos princesas podrían abandonar la Familia Imperial: Aiko de 20 años e hija de los actuales emperadores y Kako de 27 años de edad, hermana menor de Mako e hija de los príncipes Fumihito y Kiko.

La razón por la cual las princesas se ven obligadas a abandonar la Familia Imperial compuesta actualmente por 17 miembros, es bastante sencilla de explicar: dentro del linaje real no hay varones que puedan desposarlas, de allí que forzosamente, los pretendientes deberán ser plebeyos.

La tercera cabeza de la bruja mala del cuento la constituye una prensa sensacionalista que aprovecha la más mínima oportunidad, para saltarle al cuello a los miembros de la Familia Imperial ante la pasiva mirada de la Casa Imperial, la cual no mueve un solo dedo para desmentir información falsa, tendenciosa o simplemente difamatoria que por lo general daña a los miembros de la familia pero nunca toca al emperador, ya que desde el punto de vista conservador (y la prensa japonesa es conservadora) sería imperdonable ofender a quien es considerado “el símbolo de la nación japonesa y de la unidad de su pueblo”.

Sin embargo, la impunidad con la cual la prensa nipona ataca y muchas veces difama a los miembros de la familia imperial ha comenzado a ser cuestionada, y no son pocas las voces que opinan que la Casa Imperial debería comenzar a tomar acciones legales para frenar estos excesos, o al menos tener una política clara y definida sobre cómo enfrentar los ataques, algo de lo que carece actualmente.

El tema se torna más difícil de tratar si se toma en cuenta que el sistema imperial actual de Japón, tiene como uno de sus pilares fundamentales contar con el apoyo y la confianza del público, el cual es enormemente influenciado por los mismos medios que cuestionan o atacan a la Familia Imperial.

Final feliz

Pero comencemos por el final feliz en este cuento protagonizado por Mako y Kei: en la actualidad y desde la última semana de noviembre del año pasado, Mako de 30 años y Kei de la misma edad viven en un lujoso departamento ubicado en el barrio neoyorquino de Hell’s Kitchen, en la zona noroeste de la isla de Manhattan. El nidito de amor es alquilado por 4,500 dólares al mes, tiene una sola habitación (dormitorio) y el edificio cuenta con gimnasio, juegos recreativos, spa, zona de barbacoa, sala de proyecciones y piscina entre otras facilidades.

Y mientras Kei se desempeña como abogado en un estudio de abogados de Nueva Jersey, el estado vecino a la Gran Manzana, a Mako se le ha visto hacer compras y perderse en las calles de Nueva York, textualmente hablando, ya que según indicaron medios estadounidenses que la siguen (y fotografían) discretamente, la actual señora Komuro no sabía qué camino tomar para regresar a casa luego de realizar compras en Bed Bath & Beyond, una tienda especializada en productos para el hogar, y debió pedir ayuda a unos transeúntes quienes le indicaron el camino correcto.

Vestida de manera informal y sin ningún tipo de seguridad o escolta, Mako realiza las labores propias de un ama de casa mientras espera obtener un visado que le permita trabajar en Estados Unidos, ya que es graduada en Arte y Patrimonio Cultural en la universidad Cristiana Internacional de Tokio, casa de estudios donde en el 2012 conoció a su actual esposo. Posteriormente, Mako realizó una especialización en museología en la universidad británica de Leicester y estudió inglés en la University College de Dublín (Irlanda).

Quizás y sólo quizás, fue gracias a sus estudios en el extranjero y a los muchos viajes que ha realizado alrededor del mundo que Mako comprendió una realidad que aunque práctica, no por ello dejaba de ser dolorosa: para vivir libre, feliz y sin presiones debía romper completamente con un país conservador y una Familia Imperial dentro de la cual, las mujeres de la dinastía Yamato tienen una función prácticamente decorativa.

Kei por su parte y luego de terminar sus estudios de abogacía, ingresó a trabajar en el estudio Okuno en Tokio donde se desempeñó como asistente legal. En el 2017 el flamante abogado pidió en matrimonio a Mako y la pareja anunció públicamente su intención de casarse a finales del 2018.

Todo marchaba según lo planificado hasta que unas semanas antes del matrimonio, el semanario sensacionalista Shukan Josei publicó un informe en el que daba cuenta de los problemas económicos de la madre de Kei, y de la deuda de cuatro millones de yenes que esta tenía con un ex novio, dinero que supuestamente fue utilizado para costear parte de la educación del prometido de Mako.

La respuesta de la Casa Imperial no se hizo esperar, y poco después de publicado el informe se anunció el aplazamiento de la boda sin poner una nueva fecha. Con su honor en entredicho, Kei partió rumbo a Nueva York con la intención de estudiar derecho y trabajar en esa ciudad, no sin antes prometer que saldaría la deuda de su madre y regresaría para casarse con Mako. Mientras tanto, la pareja siguió comunicándose por internet.

Y tal como lo prometió, Kei regresó a Japón en el 2021 y el pasado martes 26 de octubre luego de arreglar los asuntos pendientes, desposó a su princesa con la cual tres semanas después, el 14 de noviembre, abordó un vuelo comercial rumbo a la Gran Manzana.

Sin embargo y antes de partir hacia su nueva vida, la pareja le dio a Japón una lección de integridad, especialmente a los medios que tanto los acosaron por los problemas económicos de la madre de Kei; a una clase política conservadora y machista; y a una Casa Imperial que pudo hacer mucho más para defenderlos de los ataques que recibió su relación.

Por ley y tradición, a las princesas reales que abandonan la Familia Imperial Japón les entrega la suma de 150 millones de yenes (US$1,3 millones aproximadamente), un dinero que proviene de los impuestos del contribuyente y que está destinado a que la ex princesa, lleve un estilo de vida decoroso y acorde con su nivel social. Mako rechazó la asignación pero no sólo eso, también devolvió la valiosa colección de joyas que tenía y que según su criterio, no le pertenecían a ella sino a la Familia Imperial.

Por si esto fuera poco y tomando como excusa la pandemia, la pareja se casó en una sencilla ceremonia civil que al parecer pagó de su propio dinero, y decidió no aceptar la costosa, pomposa y tradicional boda que le corresponde a una princesa imperial, boda que dicho sea de paso, se paga con los impuestos del contribuyente.

Estas decisiones convirtieron a Mako en el primer miembro de la Familia Imperial en rechazar ambas cosas: la dote oficial y una boda imperial, un mensaje más que claro a todos sus detractores de que lo suyo con Kei era amor y no interés.

A pesar de los brutales ataques que recibió, en la conferencia de prensa posterior a su matrimonio Mako, guardando las formas y haciendo gala de la tradicional educación y consideración japonesa dijo: “Siento los inconvenientes que he causado y estoy agradecida por el apoyo que he recibido. Para mí, Kei es irremplazable, el matrimonio era una opción necesaria para nosotros”.

El por su parte, reafirmó ante todo el país sus sentimientos por la ex princesa: “Amo a Mako. Solo tenemos una vida y quiero pasarla con la persona que amo. Me siento muy triste de que Mako haya estado en malas condiciones mentales y físicas, debido a ciertas acusaciones falsas”. Luego ambos se retiraron del recinto sin responder preguntas de la prensa.

Punto de quiebre

Lejos de ser un tema menor, todo lo que la ex princesa Mako ha debido pasar a lo largo de estos cuatro años y el desenlace que ha tenido el episodio, marcan un punto de quiebre para el futuro de la Familia Imperial, porque le muestran la “ruta de escape” a los miembros más jóvenes de la familia.

Por primera vez en la historia de la dinastía, uno de sus miembros ha decidido anteponer públicamente sus deseos y necesidades personales a las formas y la tradición imperial, y sin deberle nada a nadie ha roto con su pasado y se ha marchado para hacer su vida en el extranjero. En el caso de las princesas imperiales que se casan con un plebeyo es inevitable que tengan que abandonar la familia y sus deberes reales, ¿pero qué pasaría si el ejemplo de Mako es imitado por su hermano menor Hisahito, quien se espera suceda en el trono a su tío, el actual emperador Naruhito?

Hisahito actualmente de 15 años, es el último heredero al trono dentro de la Familia Imperial, y tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de encontrar esposa y engendrar un hijo varón que lo suceda en el trono, una tarea en la que ya ha “fallado” el actual emperador Naruhito y su esposa Masako.

Por lo general, se suele pensar en la realeza solamente como en un grupo de personas privilegiadas, y de hecho lo son pero ¿a qué costo? En Japón al menos ese costo es la libertad y el derecho a la privacidad, y en el caso de las mujeres, incluso sus derechos humanos según indican algunas voces.

Si pudiera escoger, ¿a usted le gustaría ser miembro de la realeza japonesa?

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