Por: Isabel Hamamura / Ed.220 OCTUBRE-NOVIEMBRE 2022
¿Quiénes de nosotros no hemos lidiado con prejuicios por nuestra edad o la de los demás? Los invito a ver Up: una aventura de altura en el servicio streaming de Disney.
Una película animada, que nos habla de amistad, relaciones entre Carl, un viudo y Russell, un niño explorador, y Dug, un perro y Kevin, una especie de ave extinta. Un filme que ingresa en tu intimidad, tus emociones y en tus vínculos personales.
Carl es un anciano de 78 años de edad, solitario y gruñón. Tras la muerte de su esposa Ellie, es un oso molesto que ha sido despertado en plena hibernación que se ve envuelto repentinamente en una aventura, en la que escapa de su rutinario estilo de vida “flotando rumbo al paraíso, Cataratas del Paraíso”, en clara alusión al «Salto Ángel» en Venezuela.
Carl se da cuenta de que no está completamente solo, al conocer a Russell, del cual aprende algunas lecciones de vida y comprende la importancia de las relaciones sociales, por sobre las cosas materiales. En palabras del director Pete Docter: “El mensaje de la cinta es que Carl piensa que por su edad, ya se perdió la aventura verdadera en la vida, al no poder ir a esos lugares exóticos y ver esos fantásticos escenarios que él y su esposa soñaban ir. Pero al final, se percata que tuvo la mejor aventura de todas: la relación que tuvo con su esposa, y su nueva relación con Russel y Dug a quien adopta como mascota”.
La aventura de la vida es algo simple, que nos ayuda a dar rumbo y sentido a nuestra vida, impulso para despegarnos de la cama, sacarnos el pijama, ducharnos y vestirnos para enfrentar con energía renovada nuestro día a día.
En esta cinta, nos percatamos de cómo el edadismo se produce sutilmente cuando la edad categoriza y divide a las personas. Nos identificamos con muchos personajes con la magia de Pixar, y revivimos muchas esferas de nuestra vida y forma de ser. Apreciamos como el edadismo convive y está impregnado en nuestra vida diaria, en nuestro hogar, en nuestra vecindad. Tocando seriamente nuestra sociedad en ámbitos como el empleo, la salud, la vivienda y la política, zonas donde los niños, adolescentes, y adultos mayores son invisibles y sus voces suelen ignorarse o rechazarse.
Luchemos contra el edadismo, ya que tiene consecuencias graves para la salud y el bienestar de las personas. Provoca en los adolescentes, aislamiento, confinamiento, marginación hasta llegar a extremos como la fobia o ansiedad social, como el fenómeno Hikikomori; depresión y otros problemas sociológicos y psicológicos de consecuencias mayores como el suicidio.
En las personas mayores, se asocia con una peor salud física y mental, miedo, aislamiento y soledad, inseguridad financiera, menor calidad de vida y mayores tasas de muertes prematuras. Emociones y actitudes, que Carl, nuestro protagonista, vivía, perdiendo el sentido de su vida. Síntomas que provocan daños irreversibles si no son acompañados o tratados a tiempo.
Una de cada dos personas en todo el mundo es edadista contra las personas mayores.
“La pandemia ha puesto de relieve las vulnerabilidades de las personas mayores, especialmente las más marginadas, las cuales suelen enfrentarse a actitudes discriminatorias, que se superponen a diferentes obstáculos, ser pobres, vivir con discapacidades, ser mujeres que viven solas o pertenecer a grupos minoritarios, extranjeros. Hagamos que esta crisis marque un punto de inflexión en la forma en que vemos, tratamos y respondemos a las personas mayores, para que juntos podamos construir el mundo de salud, bienestar y dignidad que todos queremos para todas las edades”, nos interpela Natalia Kanem, Directora Ejecutiva del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reseña que una de cada dos personas es edadista. El edadismo existe, genera desventajas e injusticias. Adopta muchas formas, como prejuicios, discriminación, políticas y prácticas institucionales que perpetúan creencias estereotipadas. Se calcula que 6,3 millones de casos de depresión en todo el mundo son atribuibles al edadismo.
El edadismo no está reconocido y no existen programas de prevención.
El edadismo ocurre con frecuencia, sin embargo no está reconocido, no se lucha contra él y no hay programas de prevención. Es tan cierta la afirmación que, la Real Academia Española (RAE) no incluye la palabra ni su significado en el diccionario de nuestra lengua.
En 1969 el gerontólogo estadounidense Robert N. Butler introdujo el término ageism (edadismo) entendido como “profundo desorden psicológico caracterizado por el prejuicio institucional e individual contra las personas mayores, estereotipándolas, mitificándolas, desaprobándolas y/o evitándolas”.
La Década 2020-2030 fue declarada como la “del Envejecimiento Saludable” por la OMS, con el propósito de aunar esfuerzos para mejorar las condiciones vida de los mayores, así como la de sus familias y comunidades. Juntos podemos luchar y erradicar este problema mundial, comenzando por casa. No olvidemos que la familia es la comunidad donde conviven todas las generaciones.
Juntos promovamos vínculos intergeneracionales.
En diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 1ro de octubre “Día Internacional de las Personas de Edad”, este año intenta dar relieve al potencial e importante papel de las mujeres mayores para enfrentar desafíos y contribuir con soluciones con resiliencia y fortaleza.
En 2020 la población mundial mayor de 60 años era mayor de mil millones, en 2030 se prevé llegar a los 1.400 millones y en 2050 a los 2.100 millones. En mi opinión, tenemos que comprometernos en cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar con respecto a la edad y el envejecimiento. Los mayores aportan mucho a la familia, a la comunidad local y a la sociedad en general, eliminemos nuestra actitud negativa, los estereotipos (cómo pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) respecto a las personas en función de su edad.
¿Sabías que el edadismo es la tercera forma de discriminación tras el racismo y el sexismo?
Se inicia en la infancia y se refuerza con el tiempo. Margina a las personas mayores, reduce su acceso a los servicios, incluida la atención sanitaria y social, y limita la valoración y aprovechamiento del capital humano y social que representan. La situación de desventaja puede agravarse si se combina con otras formas de discriminación (mujeres mayores, personas mayores con discapacidad, migrantes que no hablamos el idioma). Las interpretaciones negativas de la vejez deterioran la salud física, mental, emocional y la vida social de las personas mayores, hasta el punto de que quienes asimilan el estereotipo negativo de la vejez tienen menos esperanza de vida.
Estimulemos y fomentemos actividades de contacto intergeneracional dentro y fuera del ámbito familiar.
Existen tres estrategias para reducir el edadismo: la vía política y legislativa, la actividad educativa sobre el envejecimiento, y las actividades de contacto intergeneracional dentro y fuera del ámbito familiar. Yo me inclino por esta última por experiencia propia.
El contacto intergeneracional en la familia y en nuestro entorno, es un medio eficaz para promover la solidaridad intergeneracional, adquirir una visión positiva de la vejez, la participación activa, postergando al máximo desvincularse del medio laboral. Ideemos actividades que aumenten la cooperación, la interacción y el intercambio entre personas de distintas generaciones, que permitan compartir sus talentos, recursos y apoyarse entre sí. El arte, el deporte, la ciencia y la tecnología son grandes medios de enriquecimiento recíproco entre jóvenes digitales y adultos análogos.
En casa, viví con mis dos abuelas, de ellas tengo las mejores enseñanzas, quise que mis hijos experimenten con mis padres esta convivencia. Es el medio adecuado para el intercambio continuo de recursos y aprendizajes. Son un instrumento para solucionar problemas uniendo y enriqueciendo experiencias, replanteando la transmisión de la cultura tradicional y la tecnológica, fomentando y contribuyendo al aprendizaje del respeto a la vida. Estoy segura que fortalecer la solidaridad intergeneracional es un elemento clave para el desarrollo económico y social, que aporta y comparte valor a la humanidad.
¿Qué podemos aprender de Japón para envejecer mejor?
Un 70% de las personas de entre 60 a 69 años y alrededor del 50% de las personas de más de 70 a 80 años siguen trabajando y/o participando en actividades de voluntariado.
En nuestras familias, amistades y comunidades la vida y la salud mejora cuando personas de distintas generaciones tienen más oportunidades de conocerse, pasar tiempo juntos, hacer proyectos, trabajar y apoyarse entre sí.
Durante la pandemia la discriminación por edad se ha manifestado en toda su amplitud y crudeza, la he vivido en carne propia con mi madre de 90 años. La lucha contra este tipo de discriminación nos atañe a todos porque, entre otras cosas, nadie quiere morir joven, o abandonado en la soledad ¿no es cierto?