SER PADRES EN LA MADUREZ DE LOS HIJOS: REDEFINIENDO NUESTRO ROL

POR: ROCIO FERNÁNDEZ / ED.233 MAYO-JUNIO 2025

Las relaciones familiares son dinámicas y se van transformando con el paso del tiempo. Como padres, nuestro rol se va ajustando a las diferentes etapas que se suceden en la crianza de nuestros hijos. No hay familia que no viva estos cambios y a la par, cada uno de sus miembros responde con mayor o menor conciencia de lo que está sucediendo, mayor o menor capacidad para adaptarse, con comodidad o incomodidad.

Cuando los hijos llegan a la adultez, nuestra función de padres no termina, más bien adopta una forma especialmente distinta. Dejamos de tener el control sobre ellos y perdemos la autoridad e influencia que solíamos tener, en una relación que pasa a ser más horizontal que vertical.
En este periodo de transición, dejan de involucrarnos en su vida diaria como antes, dejamos de ser imprescindibles para ellos, y de protagonistas pasamos a ser espectadores. Nos convertimos principalmente en un soporte y nuestra función continúa desde la banca de suplentes: acompañándolos, alentándolos y apoyándolos.

En esta etapa los chicos se vuelven adultos con opiniones e ideas propias y que rechazan las nuestras. Se vuelven adultos que toman decisiones que nos cuesta aceptar cuando no estamos de acuerdo. Por ello, va a ser clave respetar sus elecciones y acompañar el proceso de aprendizaje frente a los errores que indefectiblemente llegarán, evitando los reproches. De esta forma, ellos fortalecen su responsabilidad, su autonomía, su confianza en sí mismos y su autoestima. Y muy relevante: refuerzan su capacidad de hacer frente a las dificultades y a las consecuencias de sus acciones con real madurez.

En esta nueva dinámica y desde las nuevas posturas, la comunicación con los hijos adultos se impregna de otros matices. Puede fluir o, por el contrario, estancarse, incluso truncarse, si no sabemos transmitir adecuadamente los mensajes que deseamos ambas partes. Dejamos de tratar con chicos que escucharán y seguirán todo lo que les digamos, y es recomendable abrirnos a un nuevo estilo comunicativo en el que sugerimos y no imponemos, en el que opinamos, pero no ordenamos, en el que preguntamos y escuchamos absteniéndonos de emitir juicios apresurados (esto último quizá sea lo que más nos cueste). Para ello, será importante también construir desde que son pequeños y desde nuestro ejemplo un marco de respeto que fomente interacciones paterno filiales saludables. Desde el estilo de crianza que practiquemos y lo presentes que estemos como padres, estableceremos normas de comunicación y de convivencia sana que se reflejarán en la calidad de nuestra relación futura y en la forma cómo ellos se comuniquen con nosotros cuando sean grandes.

Que los hijos se hagan adultos puede significar un cambio repentino y un camino difícil de transitar para muchos, porque nuestro instinto protector difícilmente desaparece. Sin embargo, no se suele hablar ni reflexionar en torno a esta etapa, ni en torno al duelo que significa.
En ese sentido, un aspecto importante es hacernos conscientes e identificar el rol parental que cumplimos y que hemos asumido como nuestra misión. Reconocer bajo qué preconceptos o ideas hemos conducido nuestra familia y la crianza de nuestros hijos. Abandonar estos esquemas mentales significa un desafío, pero saber de antemano que nuestro rol variará con el tiempo, facilitará el adaptarnos y el hacer reajustes para dar lugar a una nueva misión parental, que quizás asuma una forma distinta, pero que en el fondo puede mantener su esencia.

Pienso que el retiro de nuestra función de padres no existe. Aunque debamos dejarlos crecer y alzar vuelo, nuestros hijos seguirán necesitando que entremos al juego de vez en cuando y continuemos siendo guía y apoyo ante las dificultades, las dudas y la necesidad de consejo. Saber encontrar el equilibrio entre brindarles soporte y autonomía va a demandar de parte nuestra mucha sabiduría y madurez, así como confianza en ellos, en nosotros mismos y en la educación que les hemos dado. Creo firmemente que lo principal y más importante como padres será continuar siendo la base sólida y el refugio seguro al que pueden recurrir, donde encuentran calidez, aceptación, y una relación sana y recíproca de amor y respeto.

Lic. Rocío Fernández
Psicóloga y psicoterapeuta
www.facebook.com/rocio.p.fernandez.p

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