EFECTO 2000, 25 AÑOS DESPUÉS

POR: MARIO KIYOHARA
Ed.231 DIC. 2024-ENE.,FEB.2025

Este 1ro de enero se cumplen 25 años del error informático que mantuvo al mundo expectante ante un posible colapso, un evento que aún muchos recuerdan. A finales de los 90, el mundo entero se preparaba para un caos tecnológico que parecía inevitable. Los expertos advertían que el 1ro de enero del año 2000 los cajeros automáticos dejarían de funcionar, los aviones no podrían volar, los semáforos se apagarían y los ascensores se detendrían. El llamado “efecto 2000” bloquearía millones de dispositivos y sistemas debido a un error en la programación. Incluso la CIA alertó sobre el posible desastre.

Sin embargo, el día llegó y no se produjeron fallos catastróficos. Entonces, ¿en qué consistió realmente el efecto 2000? ¿Justificó la inversión millonaria que hicieron gobiernos y empresas para actualizar sus equipos? ¿Fue un mito o una verdadera amenaza?

Para entender el origen del problema, debemos remontarnos a los años 60, cuando la memoria y el almacenamiento en los ordenadores eran limitados y caros. Para ahorrar espacio, los programadores usaban solo dos dígitos para representar el año (por ejemplo, 99 en lugar de 1999).

Este ahorro parecía inofensivo en su momento, pero al llegar el 1ro de enero del 2000, los sistemas interpretarían esa fecha como 1900, lo que podía causar fallos en los ordenadores y otros dispositivos esenciales.

El verdadero problema no fue evidente hasta los 90, cuando los expertos comenzaron a advertir sobre las posibles consecuencias en sectores críticos como centrales nucleares, hospitales, sistemas de defensa, transporte y energía. Del Valle, ex jefe de informática en una entidad financiera durante la crisis del efecto 2000, comenta que “el alcance del problema afectaría a todos los sistemas esenciales de las empresas”.

Una actualización millonaria

Con el aumento de los temores, las instituciones y empresas se vieron obligadas a revisar y actualizar sus programas, bases de datos y sistemas para evitar el caos. “Lo positivo fue que las alertas llegaron con tiempo suficiente para tomar las medidas adecuadas”, explica Del Valle. Además, muchas organizaciones aprovecharon la oportunidad para actualizar también los sistemas en preparación para la llegada del euro.

La inversión fue gigantesca: solo en España se gastaron unos 420 millones de euros, y a nivel mundial, la cifra superó los 214.000 millones de euros. Según la consultora International Data Corporation (IDC), el costo de las actualizaciones fue mayor que los posibles daños que el cambio de milenio podría haber provocado.

El momento decisivo

El 31 de diciembre de 1999, minutos antes de la llegada del año 2000, el mundo estaba a la expectativa. Los informáticos, aunque habían preparado sus sistemas, temían que fallos en otras empresas pudieran afectarles. García, quien trabajaba en el Centro de Supercomputación de Galicia, recuerda cómo pasaron la noche atentos a las noticias de países como Nueva Zelanda, Australia y Japón.

Pero el “apocalipsis informático” no ocurrió. Desde Nueva Zelanda, el primer país industrializado en recibir el año 2000, llegaron noticias de absoluta tranquilidad. A medida que otras naciones cruzaban al nuevo milenio, los temores se disiparon, y se celebró la llegada del año nuevo sin incidentes graves.

Un temor infundado, pero no un mito

Aunque se reportaron fallos menores en algunos países —como problemas en cajeros automáticos o sistemas de facturación—, ambos expertos coinciden en que el efecto 2000 no fue un mito. García concluye que “la amenaza era real, pero las medidas preventivas y la exageración mediática lograron minimizar los efectos”. Si no se hubieran tomado las medidas adecuadas, las consecuencias podrían haber sido mucho más graves.

A 25 años del llamado “apocalipsis informático”, el efecto 2000 nos recuerda lo frágiles que pueden ser nuestros sistemas ante fallos tecnológicos, un desafío que sigue vigente en una era aún más dependiente de la tecnología. ¿Estamos mejor preparados hoy para afrontar un posible colapso digital?

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