POR: MARIO KIYOHARA / Ed.229 JUL-AGO-SEP 2024
Cuenta la leyenda que a un anciano sabio se le perdió el caballo y su vecino le comentó: “! ¡Qué mala suerte!, ¿Ahora cómo trabajarás la tierra?”, a lo que el anciano respondió: “¿Buena Suerte? ¿Mala suerte?… Puede que sí, puede que no… ¿Quién lo sabe? Lo único cierto hoy aquí, es que se nos ha escapado el caballo. Lo demás, el tiempo lo dirá”
Nos encontramos en un momento donde profetas de uno y otro lado pregonan sobre lo magnífico o lo desastroso que será para la humanidad esta nueva era de IA. Mientras unos dicen que la nueva era traerá soluciones como el acceso a la medicina para todos o el manejo de situaciones complejas beneficiando a la humanidad, otros nos pintan un mundo apocalíptico de mayor brecha social y menos empleo con Terminator incluido.
Pues bien, el compromiso con nuestros lectores nos conmina a ser objetivos (por el bien de la humanidad), y por ello intentaremos colocar en una balanza lo que al día de hoy “pareciese” que la IA sería de bueno o malo para el futuro inmediato de todos nosotros.
Un futuro sin nubes, unicornios y arcoíris.
Los entusiastas de la IA nos regalan escenarios de prosperidad y no les falta razón. En los negocios, el procesamiento de data rápida e inteligente podrá ofrecernos productos y servicios exactos para nuestras necesidades particulares y a un costo menor. Industrialmente se optimizan procesos y delegan los trabajos repetitivos a los robots. En medicina ya hemos publicado artículos sobre la telemedicina o las cirugías a distancia, así como la precisión y la reducción de errores en el diagnóstico de enfermedades o la elaboración de medicamentos personalizados.
En la educación las propuestas son interesantes, ya que ayudan al estudiante con aprendizaje personalizado, con más recursos educativos globales y seguimiento en la evaluación del educando se puede conseguir un estudiante modelo; amén de la oportunidad al maestro en tener un desarrollo profesional continuo acorde a los nuevos tiempos. En deportes, los de élite y alta competencia ya lo usan para mejorar su juego combinando no solamente sus capacidades físicas (biorritmo) sino también el entorno donde jugarán (temperatura, horario, luminosidad, velocidad del viento, etc.).
Los arquitectos y constructores ven en la IA una gran oportunidad para el diseño de hogares y ciudades inteligentes, reduciendo riesgos de construcción y optimizando los recursos naturales, la energía limpia y espacios sociales. Áreas como la gastronomía se ven completamente favorecidos
“Hasta la vista baby…”
Por otro lado, tenemos a los profetas de la destrucción de la humanidad. ¿Recuerdan el Y2K o el “fallo del milenio”? Donde nos volvimos paranoicos la noche del 31 de diciembre de 1999 imaginando aviones cayendo, cuentas bancarias cerradas, fallas en la energía eléctrica y hospitales colapsados. ¿O el fin del mundo del calendario Maya (2012)?
Que presagiaba el cambio de polos (norte a sur y viceversa) y el contacto con alienígenas y su invasión. Bueno, por suerte no sucedieron, sin embargo, hoy se enfocan no sin razón, en los peligros de esta nueva era.
En los negocios se generarían muchos sesgos estadísticos priorizando los niveles socioeconómicos más altos para el ofrecimiento de servicios financieros rentables, haciendo que “los que más tienen ganen más” aumentando la brecha económica. De la misma manera se sostiene que la automatización industrial llevará al desempleo a millones de operarios de maquinarias y trabajos repetitivos.
Por el lado de la educación se afirma que este tipo de enseñanza deshumanizará la experiencia de aprendizaje eliminando la relación maestro – estudiante, así como el costo alto y la dependencia de la tecnología hará peligrar a la educación. De igual manera en los deportes, el alto costo que ello implica esta tecnología desfavorece a los atletas con menos recursos (y aún con más capacidades).
Y continuando las contras, en arquitectura esta optimización hará departamentos más pequeños, tugurizando las urbes y obligando a sus residentes a utilizar ciertos servicios pre establecidos sin opciones para tener “su propia comodidad”.
El mundo (y nuestro futuro) tal cual es.
Si nos damos el tiempo, podemos encontrar en redes más argumentos a favor y en contra de la inteligencia artificial que alimente tanto nuestras esperanzas como nuestros más oscuros temores. Para no volvernos locos en el intento, podemos afirmar lo siguiente: La inteligencia artificial es una HERRAMIENTA, como lo es el cuchillo o el fuego, el problema es el uso que se le da. Así como el cuchillo nos sirve para la cocina o la caza, también puede ser un arma mortal en casa; igualmente el fuego bien controlado nos asegura calor y alimentación, desproporcionado es destructivo.
Teniendo claro que el problema son los humanos y no la tecnología, los mayores riesgos en el uso de la inteligencia artificial se darán en la falta de privacidad de datos, que puede ser usado en la ciberdelincuencia (robo de información, cuentas bancarias o estafas), o el ciberterrorismo (hackeo a plantas de producción de energía, seguridad nacional o bases militares).
Nuestro día a día se verá beneficiado y afectado al mismo tiempo y dependerá mucho de qué tanto estemos preparados a estos cambios que se vienen dando. Algo que está claro es que la Inteligencia Artificial nos cambió para siempre, y hay que generar conciencia tanto en las compañías como en las personas de la dependencia tecnológica que tenemos. A medida que aumenta la dependencia de la tecnología por parte de las empresas, los gobiernos y las personas, también aumenta el potencial impacto de una falla masiva.
Como señala el Foro Económico Mundial, “sin una supervisión adecuada, la IA puede replicar o incluso exacerbar el sesgo y la discriminación humana”. Por ello, a la hora de implementar esta tecnología, es recomendable hacerlo de manera responsable, progresiva y buscando el equilibrio entre la tecnología y las cualidades humanas.
Y parafraseando al anciano sabio: “Puede que sí, puede que no… ¿Quién lo sabe? Lo único cierto hoy aquí, es que tenemos inteligencia artificial. Lo demás, el tiempo lo dirá…”
*Puede buscar la fábula del caballo perdido en internet, una enseñanza de cómo ver la vida con resiliencia, sin juicio y con perspectiva.