TIEMPO DE RENOVACIÓN

Nuestra revista se viste de gala con los árboles de Sakura. Llegamos a sus hogares junto con la primavera para expresarles toda la inspiración que el sakura transmite. Una imagen vale más que mil palabras.
Mi padre aficionado a los kanjis, me explicaba que el ideograma , proviene del kanji saku/saki, que significa florecer, y también sonreír/reír warau. Muy a menudo, saku se usa en el sentido de florecer, sin embargo, el significado de reír no es muy conocido. El Kanji kuchi (boca) en el caractersaku/saki, indica una boca abierta sonriente, comentaba. En el género de poesía japonesa waka, el florecimiento de las flores se expresa con una sonrisa, me ilustraba.
Las flores del cerezo representan la belleza del ciclo fugaz de la vida, germinar, florecer, desarrollarse, renovarse con la esperanza de trascender. Germinar y descubrir qué tipo de planta somos. La vida de un sakura comienza cuando brota la semilla. Poco a poco se desarrolla, toma mucho tiempo para abrirse paso al exterior. Hasta ese esperado momento, sobre todo para el cultivador, transcurre un periodo vital de cuidados específicos, agua, sol y buena tierra.
Así somos nosotros, debemos nutrirnos, formarnos y crecer. La semilla alberga una vida valiosísima y hay que mimarla para que florezca lo más bella posible. Nuestro desarrollo es semejante. ¿Qué ocurre cuando brotamos? Debemos descubrir qué tipo de planta estamos llamados a ser a partir de nuestros talentos y limitaciones. Igual que un sakura no podrá dar fresas, quizás tampoco ser abogado es la profesión más adecuada para alguien tímido. Lo que está claro es que todos tenemos un gran potencial. Solo debemos descubrir cómo y dónde desarrollar nuestras capacidades para seguir creciendo y, con esfuerzo, dar los mejores frutos. Así aportamos nuestro granito de arena para construir un mundo unido.
Hay algo importante, nunca desanimarnos. Sembrar semillas y cuidarlas para que crezcan es lo que ocurre también en nuestras relaciones. Claro, hay personas en las que depositamos semillas que, no obstante nuestro cuidado, se marchitan. Y es que a fin de cuentas una relación depende no solo de usted sino también de la otra persona. Y esto puede hacerse duro. Nos parece que nuestros esfuerzos han sido en vano y nos desmotiva para entablar otras relaciones. Pero estoy convencida de que no debemos tirar la toalla: siempre podemos encontrar algo magnífico en los demás y ser a la vez magníficos con ellos. Y es que hay un germen en nosotros.
En los momentos malos por heridas de experiencias anteriores, se nos hace muy difícil mantener una actitud de cercanía con los demás, y romper el círculo de tristeza o desánimo. En mi experiencia, veo lo importante que es, esforzarme en cultivar las semillas que nos abren a una buena relación con mi entorno.
Aprender a ser jardineros. Toda parábola enseña una gran ley de vida aplicada a nuestra realidad. La del sembrador es una de ellas. Insisto en la importancia de caminar juntos con personas que nos hagan crecer. Pues bien, aunque estemos rodeados de gente, llegamos a sentirnos solos ante la dureza de la vida. A todos nos ha tocado alguna vez lidiar con ello. Es una situación difícil, de mucha ansiedad, con momentos en los que, si no nos controlamos, podemos desatar la ferocidad de sentimientos primitivos. En esos instantes debemos aprender a ser jardineros. Cuando más hundidos y destrozados estemos, es cuando mejor podemos observar la realidad, hacer una reflexión sobre lo que nos hace bien y lo que no, y no solo respecto a experiencias y rutinas, sino también a los seres humanos: quienes son realmente nuestra compañía y nuestro apoyo. En la cima, arriba, nunca lograremos identificar lo bueno. En cambio, en los momentos que más duelen, más rabia, frustración e impotencia dan, es cuando tenemos que pensar dónde cultivar nuestras semillas para que germinen en frutos que nos mejoren.
En este espacio, invitamos a desacelerar el paso en marzo, último tramo de cierre del año escolar y fiscal, para dar inicio a abril con sus sakuras e inicio de los centros de estudio, un nuevo renacer, y el deseo de disfrutar de los vínculos prevalezca, sobre el vértigo que nos arrastra cada inicio de temporada escolar. Momento adecuado para hacer un repaso por la historia de las relaciones diplomáticas entre Perú y Japón, a propósito del 150° aniversario de su establecimiento.
Invocamos a nuestros lectores a ser proactivos, manejar nuestra actitud para enfrentar este periodo entrecruzado por la pandemia y la guerra de Rusia contra Ucrania, agudizada por la difícil coyuntura política social que atraviesa nuestro Perú. Fuerza Perú, al igual que nuestra histórica e icónica portada del 2008 ante la crisis de Lehman.
Trabajemos en nosotros, para hacer frente a las amenazas y convertirlas en oportunidades, concluimos con el proverbio Swahili “un bote no va hacia delante si cada uno rema a su propia manera”.