UN LEGADO DE RESILIENCIA Y ESPERANZA

EDITORIAL / Ed.230 OCT-NOV 2024


“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia.»
Vivian Greene.

En 2024, celebramos dos aniversarios que simbolizan la fortaleza y el espíritu indomable de nuestras comunidades: 125 años de la inmigración japonesa a Perú y 35 años de la inmigración peruana a Japón. Estos hitos son un testimonio del ciclo de la vida, donde generaciones pasadas, presentes y futuras se entrelazan, dejando un legado de perseverancia, esperanza y solidaridad. Más que simples fechas, son un recordatorio de las raíces profundas que compartimos y de la conexión entre generaciones que han trabajado con determinación para construir un futuro mejor.
Estos últimos meses han sido especialmente desafiantes. La caída de la bolsa en Japón durante el llamado “lunes negro”, los tipos de cambio y las tasas de interés fluctuantes han sacudido nuestras economías, y la recesión en Estados Unidos ha añadido incertidumbre global. Además, el terremoto en la fosa de Nankai nos recordó la constante amenaza que enfrentamos en esta región, con un sismo de gran magnitud proyectado para los próximos 30 años. Sin embargo, en medio de estas pruebas, recordamos que es en los momentos más oscuros donde brillan más las luces de la esperanza, la inspiración y la unidad.
A lo largo de la historia, nuestros ancestros han demostrado que la verdadera fortaleza no reside en evitar las tormentas, sino en aprender a danzar bajo la lluvia. Los primeros inmigrantes japoneses que llegaron a Perú hace 125 años enfrentaron lo desconocido con valentía y determinación. De manera similar, los peruanos que arribaron a Japón hace 35 años, cargados de sueños y con la esperanza de un futuro mejor, han dejado una huella imborrable en este país. Su espíritu de superación y su capacidad para adaptarse y prosperar son un testimonio vivo de que, con coraje y determinación, podemos abrazar los retos que la vida nos presenta.
En este mismo espíritu, conmemoramos los 200 años de las batallas de Junín y Ayacucho, que consolidaron la independencia del Perú. Estos eventos históricos nos enseñan que la libertad y la autodeterminación se consiguen con esfuerzo, sacrificio y una visión clara hacia el futuro. Hoy enfrentamos desafíos similares en nuestras vidas cotidianas, y es crucial recordar que cada acción que tomamos, cada decisión que hacemos, moldea el mañana.
Nos encontramos en un punto crucial, donde las generaciones actuales tienen la oportunidad de fortalecer lo que hemos heredado y enriquecerlo para quienes vendrán después. La resiliencia no es simplemente resistir; es adaptarse, crecer y prosperar a pesar de las adversidades. Este es el mensaje que queremos compartir: no permitamos que el miedo o la incertidumbre nos paralicen. Al contrario, veamos en cada desafío una oportunidad para construir algo más fuerte, más justo y más unido.
El Ginkgo biloba, árbol que ilustra nuestra portada, es conocido por su longevidad y resistencia, convirtiéndose en un símbolo de esta mentalidad. Aunque las amenazas y los desafíos son inevitables, es nuestra respuesta lo que define nuestro porvenir. Como las raíces de un árbol antiguo, nuestras conexiones, nuestras relaciones y nuestra comunidad nos sostienen y nos permiten crecer, incluso en los momentos más difíciles.
Sigamos adelante, unidos y con propósito, tomando inspiración de aquellos que vinieron antes que nosotros y abrazando los retos que están por venir. Construyamos juntos un futuro en el que nuestras comunidades florezcan, donde cada generación pueda mirar hacia atrás con orgullo y hacia adelante con esperanza.
Juntos, abrazando los retos con coraje y conexión, estamos construyendo un futuro donde la resiliencia se convierte en la raíz de nuestro éxito y la esperanza en el fruto de nuestro esfuerzo.
Unidos, no hay obstáculo que no podamos superar.

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