POR: EDUARDO AZATO / Ed.211 DIC.2020-ENE.FEB.2021
Hablar de Alfredo Kato es remitirnos a un ícono del periodismo de Espectáculos en el Perú. Entrevistarlo, supone recibir una clase de ética y profesionalismo que por estos días se extraña en los medios de comunicación del Perú.
¿Extraña las redacciones, don Alfredo? ¿Hace cuánto lleva retirado de la vida periodística profesional?
Me jubilé en el 2004, después de estar escribiendo durante veinte años en «El Comercio» (1984-2004), por lo tanto llevo 16 años sin pertenecer a un periódico de circulación nacional.
Antes había laborado en «La Prensa» (1962 y 1984). Pero debo aclarar que comencé mi carrera periodística en «El Diario», un tabloide que lanzó «La Prensa» (que ya tenía otro, «Ultima Hora») a fines de octubre de 1961 y que cerró en febrero del año siguiente. ¿Si extraño las redacciones? Sí, porque me encantaba escuchar el sonido que producían nuestros dedos al apretar las teclas de las viejas máquinas de escribir. Y las seguí escuchando al ingresar a la etapa de la computadora porque Emilio Laferranderie «El Veco» seguía extrayéndole ese sonido, golpeando con fuerza sus teclas.
¿Qué sintió aquella vez que publicó la última columna de ”Mirador”?
Me despedí de mis lectores que durante veinte años leyeron al «Mirador» y la hicieron una de las columnas más leídas de «El Comercio». Tengo copias de un estudio que realizó la empresa Apoyo y que me colocaba sobre muchos nombres famosos, No puedo negar que sentí mucha tristeza al dejar de escribirla.
¿Cómo fueron sus inicios en el periodismo y por qué Espectáculos?
Desde que era un adolescente siempre quise escribir sobre espectáculos y cuando ingresé a «El Diario» y a «La Prensa», cubrí Locales, Aeropuerto, Tribunales y Política. Hasta que en 1963, al tener mis primeras vacaciones, viajé a México con un grupo de estudiantes de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica y aproveché para quedarme un mes. Esta gran oportunidad no la desperdicié y la usé para ir a los estudios de cine, visitar ell Teatro Blanquita, etc. e hice algunas entrevistas. En el hotel pedía prestada la máquina de escribir y redactaba las notas que, juntamente con las fotos que tomaba, enviaba por correo a «La Prensa». Felizmente, me las publicaban. Al reintegrarme al trabajo, el Director de Informaciones de «La Prensa», Pedro Felipe Cortázar, dispuso que me hiciera cargo de las páginas Culturales y Espectáculos.
¿Cómo nace “Mirador”?
Cuando ingresé a «El Comercio» en abril de 1984, Alejo Miró Quesada, que era el vínculo entre la Dirección y la Redacción, me pidió que escribiera una columna de crítica sobre televisión. Ya tenía experiencia porque, durante varios años, fui autor de «Quién TV» una de las páginas del suplemento «Siete Días del Perú y el Mundo» que publicaba todos los domingos «La Prensa». Creo que hice tres pruebas y Alejo eligió una y así comenzó todo.
PERIODISMO DE ESPECTÁCULOS,
O EL ESPECTÁCULO DEL PERIODISMO
¿Cuánto ha cambiado el estilo de hacer periodismo de Espectáculos en las últimas décadas? Da la impresión que cualquiera puede hacerlo hoy. Prima el chisme sobre una buena crítica relacionada a alguna obra de cine o teatro, una nueva canción o algún programa de televisión, como recuerdo solían hacerlo Ud. y los de su generación ¿La gente quiere realmente eso, o se le ha impuesto esa forma de hacer periodismo, que parece haber llegado para quedarse?
El periodismo de espectáculos ha cambiado muchísimo y para peor. Antes los periodistas buscábamos primicias y hoy no existe esa competencia saludable. La mayor parte de mis colegas hoy no está preparada y prácticamente no sabe nada de nada. Por eso cuando convocan una conferencia por la llegada de algún artista, los cronistas de hoy no saben qué preguntar y por eso los artistas se desorientan mucho, pues hay un silencio que ninguno se atreve a romper, porque no sabe qué preguntarle. Para lo único que sirven es para promover a jóvenes de uno y otro sexo que, a falta de talento e inteligencia, solo cuentan con bellos rostros y anatomías.
¿Es válido preguntarle a algún artista famoso de visita en Lima, si ya comió cebiche o fue a Machu Picchu?
¡Ja, ja, ja! Qué pensarán los artistas que nos visitan cuando, acabando de bajar del avión, algún periodista «desubicado» le hace ese tipo de preguntas.
¿Considera una exageración que las noticias de farándula ocupen tanto tiempo y espacio en los medios de comunicación? Creo que la sección de Espectáculos de “El Comercio”, de la que Ud. era editor, ocupaba un par de páginas; hoy tiene portada, contraportada y suplemento en cualquier diario, o los mejores horarios en la programación televisiva.
Es lamentable que muchos tabloides y los programas de espectáculos que ofrece la televisión solo busquen hacer escándalo. Lástima que se gaste tanto dinero en hacer televisión basura. Bueno, «El Comercio» siempre ha sido serio.
¿A qué periodistas suele seguir en Espectáculos para informarse?
Leo la columna que los domingos escribe Johnny Padilla en «Correo» y, casi siempre, estoy de acuerdo con su contenido.
TELEVISIÓN: EDUCAR O VENDER
La televisión, como empresa privada, ¿tiene la obligación de educar o de ser rentable programando lo que de más audiencia y, por consiguiente, más rentas? La prensa y muchas personas suelen pedir más espacios culturales, pero es un hecho que los números de sintonía no atraerían anunciantes, comparados a uno de esos “reality”. ¿Cómo encontrar el equilibrio?
Aunque los empresarios televisivos y algunos de los rostros famosos de la pequeña pantalla opinen que la televisión no es un medio para educar, creo que están muy equivocados. La televisión entra todos los días a nuestros hogares sin tocar la puerta y es una lástima que se desperdicie tanto tiempo frente al receptor y este solo nos ofrezca basura. No se pide que dedique las 24 horas a espacios culturales pero alguna hora debería ser destinada a algo que enseñe, ilustre. En ese sentido, hay que destacar lo que viene haciendo TV Perú, que es la única televisora que viene ofreciendo una programación mejor elaborada.
Dicen que la televisión tiene la magia de convertir lo imposible en realidad. Haciendo uso de ese “poder”, ¿a qué personajes que ya no están entre nosotros traería de vuelta?, ¿a quiénes, por su profesionalismo y carisma, considera necesarios en la tele actual?
Si yo tuviera un poder especial resucitaría a Pablo de Madalengoitia, a Kiko Ledgard, a Pepe Ludmir, a Mario Cavagnaro. De los que están entre nosotros, me gustaría que volviera César Hildebrandt a la televisión.
Ud. es un gran difusor de nuestro cancionero criollo. ¿Cómo sobrevive el género con tan poca difusión y apoyo? “Nuestro secreto”, probablemente, haya sido el último vals que realmente puede calificar como súper éxito. De eso ya han transcurrido cuarenta años. ¿Es nuestra música criolla un género para nostálgicos?, ¿qué hacer para preservarla y para que aparezcan nuevos valores y compositores?
La culpa de todo lo que está pasando con la música criolla la tienen la radio y la televisión que se dedican a difundir grabaciones antiguas, que están exoneradas del pago de regalías. Por eso insisten en pasar siempre las mismas canciones e ignoran lo que vienen haciendo jóvenes valores como los cantantes Carlos Castillo, Victoria Villalobos, Katherine Cuadros, Pamela Abanto, Papeo Abán, etc.
Su biografía consigna que en los inicios fue reportero para la sección Política. ¿Cuál es su lectura de este “accidentado” 2020 en el terreno político?
Disculpa, pero nunca hablo de política.
¿Alguna crítica mal recibida lo llegó a enfrentar con algún personaje popular? Leí que Augusto Ferrando se enojó mucho luego de una columna suya. ¿Me cuenta el episodio?
Sucedió que le hice una crítica que no le gustó y dijo en la televisión que yo era un «canalla» y yo le respondí fuertemente, más con el hígado que con la cabeza.
El periodismo le ha dado muchos amigos artistas, ¿quiénes se encuentran entre ellos?
Felizmente, siempre he tratado a los artistas con respeto y cariño. Por eso me estiman al extremo que, en estos días en que estamos confinados en nuestros hogares, he recibido las llamadas de algunos de ellos, como José Escajadillo y Ramón Avilés.
Una película, un actor o actriz; una canción.¿Cuáles son las preferencias personales de Alfredo Kato, que ha visto y oído mucho en el mundo del espectáculo?
Una película: «Rashomon» de Akira Kurosawa. Una actriz no, mejor dos: Audrey Hepburn y Jeanne Moreau. Una canción: «Moon River» de Henry Mancini
¿Y cuándo nos contará todas estas anécdotas en un libro? El Facebook hace rato le quedó chico y no somos pocos los que se lo reclamamos.
Espero que muy pronto.
Finalmente, ¿cuál es la receta para que, aún en el retiro, la gente siga extrañando sus notas y lo sigan recordando con tanto cariño?
Como dije antes, tratarlos con respeto y cariño.