Qué difícil resulta escribir sobre positivismo cuando el Covid-19 aún está presente, llevándose como letal brisa la vida de cientos de miles de seres humanos en el mundo y decenas de miles en el Perú. Y a ellos se suman millones más que, aunque tuvieron la suerte de salir con vida, las secuelas de la enfermedad lo acompañarán por el resto de sus vidas. A estas alturas son escasos quienes no han tenido un familiar, un amigo o un vecino que padece del mal, si es que no ha sido uno mismo víctima de esto.
Es natural que el dolor, el miedo y la incertidumbre prime nuestros sentimientos, pero es un deber como seres humanos salir adelante ante la adversidad por el bien de nuestras familias, nuestros hijos y de nosotros mismos.
Un componente básico para iniciar el camino a la recuperación es estar consciente de su situación. Primero, obviamente que estás vivo; luego que eres importante para alguien más y que puedes interactuar. Veamos cada paso, es simple y poderosa visión para volver a crecer.
El valor de estar vivo. Hoy más que nunca nos hemos vuelto más conscientes sobre el valor de la vida. Poder abrir los ojos cada mañana es el regalo que la vida nos da. Sintámonos bendecidos por el regalo de hoy y aprovechémoslo al máximo, puede que mañana no seamos tan afortunados.
El valor de tener salud. Mandatarios como Bolsonaro o el Príncipe Carlos; famosos como Tom Hanks o Mel Gibson. Ni el poder, la fama o el dinero pueden contra el virus. Gozar de salud implica estar en capacidad de ser productivo y así generar ingresos.
El valor de contar con alguien. Desde las cavernas, el hombre ha necesitado de otro para sobrevivir. La cacería, la seguridad o la agricultura se hacían en grupos, donde debía de confiarse en el otro y a su vez ser confiable para el grupo. Es gratificante saber que hay gente que se preocupa por ti y a su vez, que tú te preocupes por los demás transmites esa energía que necesita el mundo.
El valor de compartir. En una situación tan difícil como ésta, donde los pequeños logros adquieren un valor de hazaña, y dar una mano a quien lo necesita puede definir la vida o la muerte; un gesto de humanidad reflejado en un compartir, en una gestión o en una oración es lo que el mundo necesita y está a tu alcance. Compartir con los demás es un alimento para el alma.
Hagamos fuerza porque esto en algún momento pasará.