CRIAR HIJOS EMOCIONALMENTE INTELIGENTES

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Llegó abril y el florecimiento de las flores de cerezo o Sakura y con ellos el inicio de un nuevo año escolar, un momento propicio para volver a plantearnos cómo deseamos que se desarrollen nuestros hijos durante su etapa escolar.

Solemos centrarnos en su desarrollo académico, en que rindan y obtengan buenas notas, como predictores y garantías para lograr un buen trabajo y nivel de vida. La vida académica en Japón suele ser muy demandante y por ello no suelen faltar los soportes educativos necesarios para sobrellevarla.

Sin embargo, un factor que tiene un gran impacto en el éxito futuro de todos nosotros es la Inteligencia Emocional, que integra a la inteligencia interpersonal (aquella que se manifiesta al relacionarnos con los demás) y a la inteligencia intrapersonal (la que sirve para reconocer, procesar y modular nuestras emociones). Ambas definen en gran medida nuestra forma de hacer frente al mundo y sus desafíos, nuestra capacidad para resolver los problemas y nuestra fortaleza y estabilidad emocional frente al fracaso.

Es por ello, que en la actualidad reconocemos la importancia de educar en emociones y en nuestra labor como padres y principales referentes de nuestros hijos vale la pena llevar a la práctica algunas pautas para cultivar en ellos semillas valiosas de inteligencia emocional:

* Conocerlos y aceptarlos como son (y no como deseamos que sean).

* Escuchar lo que nos dicen, mirándolos a los ojos.

* Comprenderlos y ser empáticos (ponernos en su lugar).

* Ponerles límites y normas, con respeto mutuo y sobre todo con amor.

* Recibir sus emociones sin reprimirlas, para enseñarles a gestionarlas adecuadamente.

* Regalarles calma en momentos de tensión.

* Darles responsabilidades y tareas acordes a su edad (y la confianza para realizarlas).

* Reconocer sus esfuerzos y no sólo los resultados.

* Enseñarles que los errores son oportunidades de aprendizaje.

* Permitirles tomar decisiones acordes a su edad.

* Permitirles resolver por sí mismos sus problemas (aunque para nosotros no sea la mejor solución).

* Enfocarnos en lo que hacen bien para alimentar sus talentos.

* Que sepan que siempre estaremos para apoyarlos, sin condicionarles nuestro amor.

* Autocuidarnos y trabajar en nuestro propio desarrollo personal, en nuestras emociones, conductas y estilos de crianza.

* Informarnos y asesorarnos desde fuentes fiables y científicamente comprobadas.

Muchos de nosotros tenemos jornadas de trabajo largas y extenuantes y generar espacios de contacto emocional y comunicación en casa no siempre es fácil, pero pensemos que es posible encontrar formas y medios.

Siempre tengamos en cuenta que la inversión que hagamos en tiempo y esfuerzo se reflejará en la autoestima, fortaleza, autonomía y éxito que todos queremos ver en nuestros hijos, y para lograrlo nuestra presencia resulta valiosa e imprescindible.

ROCÍO FERNÁNDEZ
Licenciada en Psicología Psicoterapeuta cognitivo conductual
Especialista en el tratamiento de Trastornos de ansiedad
Especialista en Gestión del talento