El aviso de alerta de un amago de incendio, alarmó a los vecinos del barrio de Nishinomiya cho, las causas aún no se saben -hay sospechas de que se inició por una colilla de cigarrillo-, pero fue ese evento el que desencadenó una serie de hechos que fueron agravándose con el transcurrir de los días.
He aquí un resumen que preocupa a todos los que vivimos en la parte turística de la ciudad por estar rodeada de montañas, bosques, templos así como cementerios.
Desde el lunes 22 de febrero, al cierre de esta nota domingo 28, los bomberos de Tochigi, Tokyo y Yokohama así como las fuerzas de autodefensa (cuerpo aéreo) de Tochigi, Miyagi, Ibaraki, Saitama y Fukushima, siguen luchando contra el fuego, ya son 106 hectáreas afectadas, aunque con menor intensidad, sigue el temor de que se propague.
Los moradores por medio de las redes daban a conocer su preocupación y tristeza por ser una zona donde frecuentaban caminar, hacer ejercicio, pasear a las mascotas o simplemente admirar la naturaleza.
Es preciso destacar la gran labor comunal y la unión de los vecinos, quienes pudieron rescatar objetos valiosos para la comunidad del templo Mitake que lamentablemente sucumbió al voraz fuego.
Muchos hogares evacuados, cuantioso daño forestal además del económico , nos deja este lamentable hecho que probablemente haya sido causado por la negligencia o descuido de alguna persona.
Queda claro que con este tipo de acontecimientos, se puede luchar unidos y con mucha solidaridad, lo cual caracteriza al pueblo japonés.
TESTIMONIOS DE LOS MIEMBROS DE LA COMUNIDAD VECINAL DE LA ZONA AFECTADA
El señor Hasegawa, comenta que en su 70 años de vida, nunca pasó por algo similar, toda su familia, esposa, hija, yerno y sus dos nietos, tuvieron que evacuar a un colegio de la zona para ponerse a buen recaudo.
El señor Seida, su esposa e hija estuvieron muy asustados, por la distancia a la zona del incendio no fue necesario evacuar, pero se percataron que el humo del incendio llegó a su casa, por lo que fueron a la casa de sus padres.
El señor Arai está jubilado y pese a su edad, organizó a sus vecinos para un eventual desastre. Nos comentó que sus hijos, ya casados, viven en otra ciudad, y que él y su esposa, por precaución se fueron al refugio de una escuela cercana.