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EL FUTURO A LA LUZ DE LAS TRADICIONES

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Hoy es tres de marzo, 3 del 3, el día  de las niñas “HINAMATSURI” (festival de muñecas) o “MOMO NO SEKKU” (festival del melocotón), uno de los cinco sekku, o festivales de temporada que se celebran durante todo el año. 

Juntos, conocidos como gosekku, fechas consideradas auspiciosas debido a la duplicación de los números impares para el mes y la fecha. 

Gosekku en el calendario moderno, se celebran el 1ro de enero Oshougatsu (año nuevo), 3 de marzo Momo no sekku, 5 de mayo Shoubu o Tango no sekku , 7 de julio Tanabata matsuri y 9 de septiembre el Chouyo no sekku o Kiku no sekku. En estos días, se llevan a cabo ceremonias y se preparan platos especiales para consumirlos y asegurar la buena fortuna. 

Estos eventos tomaron forma a través de la influencia de la filosofía china en la corte japonesa durante el período Heian (794-1185). 

El 3 de marzo es para celebrar a las niñas de todas las edades, orar por su salud y felicidad, muy significativo en este periodo de distanciamiento social por la crisis sanitaria del COVID-19. 

Esta bella tradición me remonta a mis recuerdos de niña. Somos tres hermanas, tres hijas mujeres, sus tres Marías o sus tres princesitas como siempre repetía mi papá.

Al convertirme en madre de dos niñas, este día en Perú me “transtornaba”. Organizar esta fiesta desde semanas atrás, armando el hinamatsuri, preparar los pequeños y delicados dulces, hacer las invitaciones, hasta llegar al tres de marzo. 

Vestir a mis hijas y mi sobrina, ir al Centro Cultural Peruano Japonés, atender a la esposa del embajador de Japón y otros invitados distinguidos, jugar con las niñas. Y al atardecer,  el inefable compartir con la familia de Perú Shizuoka Kenjinkai en casa de Carmen Akiyama de Oka, celebrando íntimamente a nuestras hijas, sobrinas, mamás, tías, abuelas, bisabuelas, “niñas de todas las edades”. Lindas e imborrables memorias. 

Desarmar religiosamente, todo lo armado al día siguiente 4 de marzo, guardando por un año este hermoso set de muñecas una vez que finaliza el festival. Esta costumbre de nuestras obaachans de guardar inmediatamente las muñecas y las decoraciones, porque dejarlas fuera por mucho tiempo “perjudicaría las posibilidades de matrimonio de una hija”.

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El aspecto más atractivo de los hinamatsuri son, por supuesto, las muñecas súper elaboradas. Estas se colocan en una plataforma escalonada con alfombra roja llamada hinadan. En el escalón superior están las figuras centrales del festival, el odairisama masculino y el ohinasama femenino. Estas figuras, que se dice que representan a miembros de la familia imperial, son atendidas por sannin kanjo (tres damas de la corte), gonin bayashi (cinco músicos),  los guardias del palacio, los ministros de la corte o guardaespaldas y otros asistentes de la corte. En escalones inferiores se colocan artículos domésticos típicos de la época como muebles, espejos y carros tirados por bueyes, cofres elaborados de cajones, accesorios como copas de sake, así como objetos que serían regalos para la pareja imperial.

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Las muñecas y las insignias juntas se conocen como hina kazari. Pueden ser simples de una o dos plataformas hasta exhibiciones elaboradas de varios niveles. Se originaron en la cultura de la corte de Kioto y comenzaron a extenderse por todo el país en el siglo XVIII. 

Las flores del durazno florecen al inicio de marzo, son apreciadas como precursoras de la primavera, ahuyentar los malos espíritus, y junto con su belleza son parte esencial de la decoración del hinamatsuri. Las muñecas se usaron históricamente como amuletos para alejar a los espíritus malignos y hoy se heredan como una reliquia familiar.

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Instalar, desmontar y almacenar el hinadan requiere tiempo, paciencia y espacio. En los últimos años, los juegos de muñecos simples y compactos dispuestos de antemano en vitrinas han ganado popularidad. Muchas familias también están optando por renunciar a la compra de un juego completo a favor de uno que presenta solo odairisama y ohinasama, un tipo de exhibición conocida como shinnou kazari.

Hoy que vivo en Japón, con muchísimos años más encima, como añoro esta época de mamá joven, que tiñeron con tinta indeleble la infancia de mis hijas y  sobrina. Los hijos crecen muy rápido y el tiempo pasa y no vuelve. Es importante vivir y transmitir nuestras tradiciones, a través de las generaciones. Por ello, si tienes una niña o más, llevala(s) a visitar al hinaningyou, esta vivencia perdurará por siempre en su memoria.