Japón es el país con mayor cantidad de maáquinas expendedoras del planeta: existe una por cada 23 habitantes, lo cual arroja un total aproximado de cinco millones y medio de máquinas. Sin embargo, cuando se habla de las populares jidohanbaiki como se les denomina en el idioma local, se piensa más que nada en máquinas expendedoras de bebidas o cigarrillos, las más comunes en todo el país, pero lo cierto es que estas máquinas se adaptan para vender todo tipo de productos, desde condones y fruta hasta bolsas de arroz, camisas o prendas de ropa interior. En las zonas rurales del país o en aquellas apartadas de las estaciones de tren, donde es muy difícil encontrar supermercados o tiendas de conveniencia, es normal encontrar máquinas en las cuales los agricultores de la zona venden lo que producen y cosechan.
Los productos más normales de encontrar en esta especie de bodeguitas de barrio son huevos, papas, cebolla, arroz y cuando es la época, repollos, nabos y calabazas.
En la imagen, uno de estos puntos de venta directos: 15 huevos por 300 yenes y cuatro cebollas por 200 yenes. En Japón las cosas se venden por unidades o bolsas con varias unidades, no por kilos.
En Japón es bastante común que se organicen todo tipo de ferias y exposiciones, desde las de alimentos tipo Foodex donde se presentan nuevos productos y tendencias alimenticias con potencial para ingresar al mercado japonés, hasta el Tokyo Motor Show, donde la industria automotriz mundial pero principalmente la nipona, presentan lo último en autos híbridos, eléctricos y otras tendencias futuristas.
En todas estas ferias, uno de los principales atractivos son las anfitrionas o impulsadoras de ventas: bellas y muchas veces imponentes mujeres, que enfundadas en trajes de la marca o empresa expositora promueven un stand, animan al público a degustar y atraen la atención de la prensa con lo cual, el producto logra mayor publicidad y presencia en medios y redes sociales.
En resumen, Japón no escapa a la tendencia global de asociar la belleza de una mujer a un producto, principalmente al sector automotriz y en segundo lugar, al de videojuegos.
Estas jóvenes, extranjeras o japonesas, son asediadas por fotógrafos profesionales y aficionados que créalo o no, hacen cola para retratarlas desde todos los ángulos y poses diferentes o kawaii.
Según datos extraoficiales, en Japón circulan más de 260,000 taxis de los cuales, 35,000 brindan servicio en Tokio operados por 300 compañías diferentes.
Además de una esmerada atención y de una amabilidad sin límites por parte de los conductores, algunas compañías de la capital nipona han comenzado a incrementar el nivel de su servicio vendiendo tres productos básicos que el cliente puede adquirir dentro del propio taxi: paraguas, para los pasajeros que en días lluviosos olvidan el suyo; mascarillas, nunca tan oportunas en tiempo de pandemia; y botellas de agua para aquellos pasajeros que deseen relajarse y descansar brevemente durante el trayecto hacia su destino.
Los productos no tienen marca, el costo incluye el impuesto al consumo y el precio de los productos es el básico, es decir que la empresa no gana ningún porcentaje con la venta, que solo busca aumentar la calidad del servicio de taxi.
¿Quién dice que en Tokio no existen áreas verdes? El Parque Yoyogi, ubicado en la céntrica y estrafalaria (por la “fauna” que se puede observar en sus inmediaciones) estación de tren de JR Harajuku, no solo es uno de los “pulmones” más grandes de la capital nipona, sino de hecho, el área de recreo más concurrida donde se pueden observar desde grandes grupos de amigos comiendo y bebiendo, hasta clases de salsa, parejas solitarias, grupos musicales de varios tipos y géneros, y hasta perritos patinadores o con zapatillas. Un área que luego de la pandemia o a pesar de ella, ha comenzado a tener actividad nuevamente y de forma masiva. Por ello y si decide darse una vuelta por Tokio y quiere conocer un área internacional, divertida y poco común de la capital nipona, no dude que el parque Yoyogi es el lugar adecuado para realizar lo que se puede denominar “turismo urbano”.
La filial Nagoya del Club Libertad de Trujillo cumplirá 13 años de existencia el próximo mes de octubre difundiendo el baile nacional del Perú por todo lo alto
Uno de los exponentes y difusores más destacados de la marinera norteña peruana en Japón, es sin duda alguna la Filial Nagoya del Club Libertad de Trujillo.
Encabezada por el peruano Mario Orbegoso López quien ocupa el cargo de presidente desde el año 2018, la de Nagoya, fue la única filial del Club Libertad que luego de la pandemia organizó su selectivo anual durante el 2023, los pasados 10, 11 y 12 de noviembre.
La filial Nagoya, que en octubre de este 2024 cumplirá 13 años de existencia, fue la primera institución que comenzó a escribir la historia de la marinera norteña en Japón, cuando en octubre del 2011 decidió organizar el primer concurso del baile patrio peruano en este archipiélago. Paralelamente, esta institución fue la segunda entidad a nivel de todo Japón que recibió el reconocimiento como filial por parte del Club Libertad de Trujillo.
«Hasta la fecha y desde que yo asumí la presidencia, hemos organizado cuatro concursos selectivos. En el 2018, 2019, 2020 y 2023. Los concursos del 2021 y 2022 no los pudimos organizar debido a la pandemia. Antes del 2018 y desde que la filial fue reconocida como tal, se organizaron cinco selectivos, los del 2011, 2012, 2013, 2014 y 2015. Luego, en el 2016 no se realizó selectivo porque el Club Libertad decidió que la presidencia de la filial quedara vacante”, indica Orbegoso, que ha estado vinculado a esta institución desde su creación como uno de sus principales colaboradores, así como a nivel del auspicio que su agencia de viajes Acuario Travel siempre le brindó al concurso.
“Pero si bien el concurso selectivo es la actividad anual más importante que realizamos como filial, no es la única, ya que a lo largo del año llevamos a cabo todo un programa de estratégicas actividades cuya principal finalidad, es hacer conocer la marinera en el seno de la sociedad japonesa», explica Orbegoso hablando siempre en plural, ya que el agotador y por momentos complicado trabajo en la presidencia de la entidad lo comparte codo a codo con sus dos hijos, Mario y Rosa, esta última, nombrada en el 2014 Reina de la Marinera del Club Libertad filial Nagoya.
«Cuando en el 2018 el Club Libertad de Trujillo se comunicó conmigo para ofrecerme la presidencia de la filial de Nagoya, con mis hijos diseñamos un plan de trabajo que le presente al señor (Fernando) Burmester, presidente de esa institución. En ese plan nos enfocábamos principalmente en difundir la marinera a nivel de la sociedad japonesa y no solo dentro de la colectividad peruana y latinoamericana, un proyecto a mediano y largo plazo que el señor Burmester respaldó completamente. Con ese apoyo asegurado, nuestro siguiente paso fue ponernos en contacto con autoridades políticas y académicas de la ciudad. Fue así como logramos entrevistarnos con el rector de la Universidad de Nagoya, así como con el alcalde de Nagoya”, añade el dirigente.
Con el representante de la Universidad de Nagoya, el peruano acordó realizar todos los años diversas actividades académicas enfocadas a explicar y promocionar la marinera entre los estudiantes de la institución educativa. “En estas charlas no solo explicamos lo que es la marinera sino también la cultura y la sociedad peruana, un contexto dentro del cual abordamos la inmigración japonesa al Perú y luego la llegada de los nikkei a Japón, de esta forma el tema se hace más amplio e interesante”, acota el dirigente.
Desde un inicio, las charlas ofrecidas por Orbegoso con la traducción de su hija Rosa congregaron la participación de decenas de estudiantes, y tal fue el interes de los jóvenes, que dos de ellas fueron elegidas como Reina de la Marinera durante los años 2018 y 2019.
«Qué mejor forma de entrelazar las culturas peruana y japonesa, y de despertar el interés de los japoneses por la marinera, que nombrar a una joven japonesa como Reina de la Marinera», pregunta Orbegoso. Y no le falta razón.
Otra actividad promocional que el dirigente ha logrado realizar, y que entremezcla lo japonés con lo peruano de manera bastante significativa y original, es realizar la ceremonia de coronación de la Reina de la Marinera de su filial, en uno de los escenarios japoneses más tradicionales dentro de la prefectura de Aichi: el Castillo de Nagoya, una construcción erigida en el año 1532 por el shogun Imagawa Ujichika y refaccionada en 1610 por el shogun Tokugawa Ieyasu, considerado uno de los tres grandes unificadores de Japón.
La obtención del Castillo de Nagoya la logró Orbegoso, luego de que su hija Rosa consiguiera “robarle” 15 minutos a la recargada agenda del alcalde de la ciudad para una reunión protocolar. “Lo que se suponía sería una reunión de 15 minutos para presentar nuestro saludo, terminó siendo una reunión de dos horas debido a que el alcalde se interesó tanto en la marinera, que nos preguntó de todo, desde el origen del baile hasta la cantidad de parejas que participan anualmente en Trujillo, cuántas filiales tiene el Club Libertad a nivel mundial y porqué es necesario elegir una reina todos los años. Quedó realmente maravillado con la explicación que le hicimos, y allí fue cuando nos ofreció el Castillo de Nagoya para que coronemos a nuestra reina”, recuerda Orbegoso con cierto merecido orgullo.
Superando obstáculos
Sin embargo, no todo ha sido aplaudir y bailar para la filial de Nagoya, que ha debido enfrentar diversos inconvenientes para susbsistir, sobre todo los de orden económico.
“Mantener una filial y organizar un concurso selectivo cada año no es sencillo, se deben buscar los recursos económicos necesarios que no siempre abundan, de allí que sean bienvenidos todos los patrocinadores que deseen apoyarnos en esta labor cultural. Sin embargo, el inconveniente económico no solo lo afrontamos las tres filiales del Club Libertad registradas en Japón (Osaka, Yokohama y Nagoya), sino que es un problema que también tienen el resto de filiales en todo el mundo, lo sé porque es un tema que siempre conversamos con las otras filiales, en las convenciones anuales que se realizan en Lima con ocasión del Concurso Nacional de la Marinera”, indica Orbegoso.
“Pero no nos quejamos, porque si bien esto de promocionar la marinera no genera ganancias y es un trabajo cultural bastante árduo, lo hacemos con gusto, por amor a nuestro país, a nuestra cultura y a nuestras tradiciones, y para que los jóvenes peruanos que viven o nacen en Japón no pierdan su identidad”, explica el dirigente que pese a los inconvenientes que enfrenta, siempre se las ingenia para organizar uno de los concursos selectivos más vistosos e importantes, a nivel de las filiales del Club Libertad en el exterior.
“Tratamos de hacer las cosas de manera profesional, porque es la única forma de sentar un precedente, de que la sociedad japonesa se fije en nosotros. Por ejemplo, siempre traemos tres jurados del exterior para el selectivo, por lo general se trata de los últimos campeones de alguna de las categorías de mayores del concurso que se organiza en Trujillo. La presencia de estos profesionales no solo le da categoría sino también credibilidad a nuestro selectivo, además, los bailarines realizan eventos de promoción antes y después del concurso, lo cual amplia el impacto de nuestro evento a nivel de la sociedad japonesa”, detalla el dirigente.
El selectivo que organiza cada año la filial de Nagoya se prolonga a lo largo de tres días. El primer día “durante la mañana los llevamos a la Universidad de Nagoya para que participen en una charla y hagan una demostración. Luego, en la noche de ese primer día organizamos una cena de gala orientada al público, autoridades y personajes destacados de la sociedad japonesa”, explica Orbegoso.
En la segunda jornada del selectivo se lleva a cabo la tradicional Fiesta del Perol, una cena cuyo requisito obligatorio es asistir vestido enteramente de blanco. “Esa noche es para bailar marinera y jaranear en familia. Me refiero a disfrutar con tu propia familia, pero también con la enorme familia conformada por todos los que amamos la marinera”, acota el dirigente.
Finalmente, la tercera jornada se realiza el concurso selectivo que le dará a las parejas ganadoras, la posibilidad de competir en la parte final del Concurso Nacional de Marinera que se organiza en Perú.
“En los selectivos que se llevan a cabo alrededor del mundo, no siempre se pueden tener todas las categorías que se presentan en el concurso nacional que se lleva a cabo en Perú, básicamente por falta de parejas. Aquí en Japón lo que más tenemos son categoría de menores y una de mayores con un nivel bastante alto. Adicionalmente, en el extranjero el Club Libertad ha permitido que exista la categoría de mujeres que bailan solas (Categoría Single), pero no sabemos hasta cuando podremos mantenerla, porque hace un par de años en la convención anual que se lleva a cabo en Perú, el Club Libertad planteó eliminarla porque la marinera es justamente un baile de pareja, pero las filiales le explicamos que era una forma de promover no solo el baile, sino principalmente la identidad en muchas jovencitas, y por eso nos permitió continuar con esta categoría”, explica Orbegoso quien añade: “una cosa curiosa que hemos detectado, es que la ausencia de bailarines varones no es una particularidad del extranjero, sino que también es un fenómeno que se registra en Perú, donde son más las mujeres que los hombres los que ejecutan nuestro baile nacional”.
Un concurso más
Para este año o máximo durante el transcurso del 2025 y lejos de amilanarse ante los problemas de financiación, la Filial Nagoya esta planificando superarse a sí misma y enfrentar nuevos desafios en la promoción de la marinera.
“Como decía un famoso cómico en nuestro país, hace muchos años, “los peruanos solo retrocedemos para saltar”, por eso es que estamos planificando organizar un nuevo concurso para mediados de año, quizas para julio, que es el mes en el cual coronamos a nuestra reina de la marinera en el Castillo de Nagoya. No sería un selectivo, solo un concurso para que los bailarines vayan calentando motores rumbo al selectivo”, adelanta Orbegoso.
“Este es un pedido (organizar otro concurso) que desde hace un tiempo vengo recibiendo por parte de algunos padres de familia y profesores de marinera, y sería una buena forma de incentivar a los bailarines, sobre todo a aquellos jóvenes que durante la pandemia dejaron de practicar la marinera debido a la restricción del distanciamiento social, y se dedicaron a otras actividades. También estamos planificando realizar este nuevo concurso porque es imperativo que reactivemos el circuito de la marinera en todo Japón, no solo en Nagoya, que recuperemos el tiempo y los bailarines que nos quitó la pandemia”, añade el peruano, a cuyo selectivo llegan parejas desde todas partes de Japón.
“Si queremos que la marinera se posicione en la sociedad japonesa debemos hacerla mucho más visible. Japón tiene antecedentes de ser un buen mercado y los japoneses buenos practicantes de géneros latinos, allí esta el tango, la salsa o el flamenco, que han logrado arraigarse en el gusto japones. ¿Porqué no puede suceder lo mismo con la marinera si es un baile alegre, de pareja, con un vestuario hermoso y con una historia cultural rica y profunda?”, se pregunta Orbegoso.
“Este país (Japón) ya ha “producido” una de las mejores parejas que tiene la marinera a nivel mundial. Me refiero a los esposos Kikuta, ambos son nikei peruanos que nacieron y se criaron aquí en Japón donde han ganado varios selectivos. Actualmente ellos compiten de manera regular y directa en el Concurso Nacional de Marinera de Trujillo, en el que han logrado quedar en el puesto 11 entre 1,500 parejas. Son un gran ejemplo para el resto de bailarines que viven en Japón porque demuestran que con voluntad y mucha práctica, se puede “bailar muy lejos”, finaliza Orbegoso.
Como periodista que soy, sé perfectamente que cuando la noticia incluye números, estos deben redondearse para hacer más “digerible”, más gráfica la información. Pero también sé que hay cifras que por lo que significan, por su peso y por lo simbólicas que resultan, deben consignarse de la manera más precisa posible.
Hace un par de días, el gobierno peruano sinceró las cifras de muertes causadas en el país por el nuevo coronavirus, desde el inicio de la pandemia hasta el pasado 31 de mayo: 180,764 decesos.
Con la finalidad de graficar esta cifra, de hacerla más entendible, de compararla y dimensionarla, muchos medios afirman que “uno de cada 200 peruanos” ha muerto de COVID-19. Pero la cifra es inexacta, porque en realidad y en el mejor de los casos, el virus ha matado a uno de cada 183 peruanos.
(Foto: Andina)
Según el Instituto Nacional de Estadística (INEI), al 30 de junio del 2020 el Perú sumaba una población de 32,625,948, cifra que si se divide entre la cantidad de muertos causada por el COVID-19, nos dice que el virus se ha cobrado la vida de una de cada 180 personas (180,4).
Como el 30 de junio del 2020 fue “el año pasado”, tomemos la proyección poblacional que hace el mismo INEI hasta fines de este 2021, cuando los peruanos totalizaremos una población de 33,035,304 personas, cifra que si sometemos al mismo proceso anterior, arroja que el COVID-19 mató uno de cada 183 (182,7) peruanos.
(Foto: Andina)
Ahora bien, cuando hablamos de población peruana, dentro de este grupo también nos incluimos nosotros, los peruanos residentes en el exterior que según el mismo INEI sumamos más de 3 millones. Si restamos esos 3 millones de la población peruana, resultará que el COVID-19 ha matado dentro del Perú, a una de cada 166 personas, en promedio.
No me quiero poner quisquilloso con las cifras porque ya lo dije: cuando una cifra se aborda periodísticamente, es mejor redondearla. Pero creo que a estas alturas todos ya sabemos lo que se siente perder un familiar, un amigo o un conocido a causa del COVD-19, de allí que al menos para mí y en el desarrollo de la noticia, no se puede decir a grosso modo que el COVID-19 ha matado uno de cada 200 peruanos, porque han sido muchos más y cada vida duele y se extraña. Ahora más que nunca lo sabemos.